martes, 1 de octubre de 2013

Concepciones pedagógicas sobre ciudadanía y democracia


La idea de ciudadanía y democracia no es algo acabado, y tiene su historia ¿Qué transformaciones ha presentado? ¿Cómo se ha relacionado con la Educación? ¿Qué significa en la actualidad? ¿Por qué la escuela debe ser un lugar fundamental para la formación ciudadana? ¿Qué componentes fundamentales podemos reconocer en la educación ciudadana? ¿Qué exigencias involucra la democracia?


Los conceptos de ciudadanía y democracia son conceptos dinámicos, pero poseen historicidad y se renuevan con las transformaciones sociales. Etimológicamente, desde su origen en la Grecia clásica, democracia significa poder del pueblo, que era entendido como ciudadanía. Para los griegos, la ciudadanía era sinónimo de igualdad donde todos los miembros de la sociedad gozaban de iguales derechos para participar en la toma de decisiones políticas. A partir de los aportes de los filósofos ilustrados, a la idea de democracia se le añadió el concepto de soberanía, comprendida como el poder de gobernar, dicho poder se encontraba en la nación, en los ciudadanos, quienes debían depositar la cuota de poder que les correspondía en representantes del gobierno. Surge así el concepto de democracia representativa y el de ciudadano pasivo, depositario de la soberanía. Actualmente, tras los cambios políticos y económicos que se suceden vertiginosamente desde comienzos del siglo XX, tanto la idea de democracia como la de ciudadanía han presentado transformaciones significativas, sobre todo en el discurso, pues en la práctica todavía no satisfacen las necesidades ni personales ni sociales.

En el pensamiento griego es donde inicia la interdependencia entre democracia y educación, ya que la educación estaba presente en la vida misma y esta representaba la escuela de la ciudadanía. En la antigua Grecia, para cuya sociedad los valores eran de suma importancia, se asumían como principales: la democracia, la libertad, la belleza y la verdad.

El concepto de “formación ciudadana”, por su parte, indica como meta formativa, hacia los estudiantes, el logro de personas con clara conciencia de sus derechos, deberes y de la importancia de su participación en la dinámica del contexto social y político. La formación ciudadana es aquel potencial del individuo capaz de argumentar sus demandas, sus intereses y necesidades sociales, a la vez capaz de entender el razonamiento de los demás, el planteamiento de los otros, la diferencia y la disidencia (Savater).

Ser ciudadano significa poseer valores, actitudes y comportamientos democráticos: libertad, pluralidad, respeto, participación, identidad, y crítica argumentada, actividad transformadora y la sensibilidad que demanda el momento y contexto histórico y social. Desde este enfoque, el propósito de la formación ciudadana en las instituciones educativas va más allá de la simple institución del conjunto de normas que regulan la vida social y la formación de valores, para ubicarse en la aplicación y comprensión de los saberes y actitudes que permiten al estudiante integrarse a la sociedad y participar de la reconstrucción de la dimensión pública, del ámbito de la democracia y de los valores éticos y políticos que conforman la sociedad y su ordenamiento.

Estos procesos deben iniciarse en la familia, especialmente desde la edad escolar y en todos los niveles de las instituciones educativas. Como afirma Uribe: Pensando el mundo de la escuela como partícipe de ese mundo público, que es el encuentro del niño o del joven con una colectividad compleja, en la cual es un sujeto individual, particular, el cual se encuentra con otros sujetos particulares e individuales que no están unidos a él por ningún lazo afectivo, parental, doméstico o natural.

Según la citada autora (Uribe), debe ser la escuela el espacio fundamental para la formación ciudadana, por varias razones: es el lugar donde se da el primer encuentro con las diferencias y, en esa medida, con el autoconocimiento; es una organización formal regida por normas y con objetivos determinados, en ella se encuentra la ley que implica unas normas, unas obligaciones y unos derechos; el principio de orden y de organización social donde se socializan las formas de racionalidad.

Por las razones apuntadas, se ha de partir de un concepto de ciudadanía que comprenda “con realismo las exigencias mínimas de lo que debe ser un ciudadano democrático, . . . sin convertirle en un concepto vacío” (Del Águila). La educación ciudadana apunta a la inserción creativa y dinámica del estudiantado dentro de una sociedad democrática, que le permita un mayor desarrollo de sí mismo y de la sociedad en la que vive.

De esta forma, se considera ciudadano o ciudadana, a aquella persona que es participativa desde su juicio político (entendido este como la combinación de sentido moral y justicia) frente a lo intolerable y diferente, con capacidad reflexiva y crítica. Esta participación se apuntala desde lo que Magendzo denomina un sujeto de derecho, pues es capaz de hacer uso de su libertad, al aceptar los límites de esta; de reivindicar el ideal de la igualdad, reconociendo la diversidad, y de valorar la solidaridad desarrollando una actitud de respeto mutuo; es decir, de aceptación de la otra persona como un legítimo otro, como un ser diferente, autónomo en su capacidad para actuar y exigir que otros tengan una actitud semejante con él. Estos principios pueden encontrar su concreción en cada contexto y esfera de actuación del estudiantado; en sus relaciones con sus compañeros y compañeras, docentes, directivas, en su ámbito familiar y comunitario; pero si en las instituciones educativas no reciben un adecuado tratamiento, lógicamente no se traducirá en comportamientos acordes con dichos principios.

La formación ciudadana ha de permitir a los estudiantes y a las estudiantes la participación de manera decidida, consciente y autónoma en la defensa de los derechos para el bien de su colectivo. Según Ospina: “Para que la formación ciudadana sea una realidad es necesario también reeducar al maestro. Porque él tampoco creció con los referentes de justicia, participación democracia y respeto. El profesor es fruto de la historia de este país legada por la falta de participación, la intolerancia y el irrespeto por la diferencia”. La formación del ciudadano desde la institución educativa debe estar destinada no solo a consolidar la democracia como lo hace el régimen político, sino a potenciar el desarrollo de la democracia como un estilo de vida que favorece la convivencia. Educar para la democracia representa aprender a vivir en democracia, manifestar la capacidad de actuar cívica y responsablemente, evidenciando valores como la justicia, la libertad, la responsabilidad, la legalidad, el pluralismo, la tolerancia, el respeto mutuo, la participación y la democracia propiamente dicha. La formación ciudadana de las jóvenes generaciones constituye una necesidad debido a su repercusión que en la vida social y personal. La asunción responsable de los deberes que se asimilan desde el tiempo de estudios posibilita el valer los derechos tanto en ese período como en su vida futura.

A partir del análisis realizado, la educación ciudadana, en este trabajo, se define como el proceso constate de preparación del estudiantado en cuanto a la adquisición de los conocimientos, habilidades y valores para participar de manera activa y transformadora en los diferentes ámbitos: personales, escolares, comunitarios, del país y de la humanidad en general.

El análisis de las fuentes que aportan diferentes criterios y perspectivas de la educación ciudadana, así como la experiencia de los autores en el ámbito educativo, facilitan la determinación de los componentes fundamentales que integran la educación ciudadana. Para este estudio se consideran como indispensables los siguientes:

          La identificación, conocimiento y cumplimiento de los deberes y derechos de los ciudadanos (escolares, espirituales, familiares, sociales, etc.)
          Asunción de responsabilidades personales y colectivas
          Preparación para una participación efectiva en actividades de diversa índole (patriótica, social, política, cultural)
          Actuación democrática del estudiantado, como comprensión y a la vez como instrumento para la inserción activa, en la solución de los problemas en los diferentes contextos, mediante un equilibrado y adecuado vínculo de lo personal y lo social.

El tema de la democracia no siempre aparece asociado al de ciudadanía. Ha sido objeto de estudio de la filosofía, la sociología, incluso de la dirección científica (referente a los estilos de dirección), entre otras disciplinas. Sin embargo, desde la teoría y la práctica pedagógica, ha sido tratada insuficientemente. Posiblemente en muchas sociedades se ha omitido en las políticas educativas, con conocimiento de causa-efecto y, en otras, se ha cedido su tratamiento a otras instituciones, organismos, organizaciones e instituciones con exclusión de la escuela en sus diferentes niveles. Incluso, con frecuencia se identifica la democracia solo como un problema político.

Comúnmente, cuando se hace referencia al concepto democracia, se piensa en los valores que encierra dicho concepto, de aquí su amplitud y sus múltiples interpretaciones. La cuestión radica no solo en determinar estos valores, sino de qué forma pueden consolidarse en las instituciones educativas a través de estrategias concretas para la consecución de una verdadera cultura democrática. Entre estos valores destacan: la libertad, la justicia, la participación, la pluralidad, el respeto mutuo, la tolerancia, la solidaridad y la comunicación. Reconocer determinados valores contribuyen a educar para la democracia, por tanto, se concuerda con esta posición, considerando que son rasgos esenciales de la democracia, lo que no significa entenderla como la suma de dichos conceptos.

Desde una perspectiva similar, Sen explica que la democracia involucra exigencias complejas, que incluyen el voto y el respeto hacia los resultados; pero también implica la protección de las libertades, el respeto a los derechos legales y la garantía de la libre expresión y distribución de información y crítica. La práctica de la democracia, según este autor, ofrece a la ciudadanía la oportunidad de que unas personas aprendan de otras y ayuda a la sociedad a formar sus valores y prioridades, cuestiones esenciales a considerar en cualquier nivel educativo.


Extraído de
La educación para una ciudadanía democrática en las instituciones educativas: Su abordaje sociopedagógico
Autores
Arturo Torres Bugdud
Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica
Universidad Autónoma de Nuevo León México
Nivia Álvarez Aguilar
Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica
Universidad Autónoma de Nuevo León México
María del Roble Obando Rodríguez
Facultad de Ciencias de la Comunicación
Universidad Autónoma de Nuevo León México

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