Las líneas siguientes, como podrá comprobarse, no sólo
tienen validez en el campo de la educación formal, sino que pueden aplicarse en
otras experiencias educativas de distinto carácter y naturaleza, si bien queda
claro que el tabaco es uno de los contenidos que aborda la Educación para la
Salud (EpS), una de las Materias Transversales. Sin profundizar en este
aspecto, que no es nuestro objetivo, sí quisiera reafirmar la importancia de su
inclusión como tal. En otros momentos ya he expresado el impulso que ha
supuesto su consideración «curricular».
Según la LOGSE, la EpS se define como una enseñanza que debe
estar presente en las diversas áreas educativas, en el conjunto del currículo y
en todo el proceso educativo, en el propio proyecto educativo de la escuela. Debe ser un
instrumento de concienciación acerca del propio valor de la salud para la vida. Se extiende más
allá de las áreas de conocimiento, al campo de los valores y actitudes. Los
Temas Transversales estimados por cada Comunidad Autónoma con transferencias en
el ámbito educativo varían, aunque se basan fundamentalmente en el listado que
consideró el M.E.C. En todos los casos se incluye la EpS como transversal,
algunas veces junto a la
Educación Sexual o Educación para el Consumo. Los contenidos
relacionados con las Drogas se recogen dentro de la EpS, aunque a veces se
explicitan como una transversal con suficiente peso como para ser tratada más
específicamente. Tal como recoge los DCB, la EpS cumple las características
para ser considerada materia transversal, ya que:
- responde a problemas que actualmente tiene planteada la
sociedad;
- abarca contenidos de varias disciplinas y sólo pueden
abordarse desde su complementariedad;
- no puede plantearse como programas paralelos al resto del
currículum, ya que deben ser asumidos por el conjunto de los enseñantes y estar
presentes en gran parte de los contenidos escolares;
- transciende del estricto marco curricular e impregna la
totalidad de las actividades del centro; y
- está estrechamente relacionada con la transmisión de
valores a través del currículum oculto.
Por lo tanto, abordar el tabaco en el aula es uno de los
contenidos de la EpS, inmerso en un contexto más amplio de Promoción de la Salud. Existe un
acuerdo general entre todos los países europeos sobre los contenidos que deben
estar presentes en un programa escolar de EpS. Entre ellos se incluye el “Uso y
abuso de medicamentos y drogas (legales e ilegales)”, con el tabaco, el alcohol
y las drogas ilegales. La prevención del tabaquismo desde la escuela puede
plantearse desde una filosofía general de la actuación educativa o desde el
marco concreto de la EpS, pero una adecuada prevención exige la interacción en
el Proyecto Educativo de Centro a través de sus diversos elementos, tales como
el Plan de Acción Tutorial, Plan de Formación del Centro, Reglamento de
Organización y Funcionamiento, objetivos educativos, relación ente todos los
agentes implicados, etc. así como en el Proyecto Curricular de Etapa. La
Educación sobre Drogas suele plantear objetivos en tres líneas:
- Objetivos de conducta: la total abstinencia, reducir los
niveles de consumo, mantener ciertos niveles de consumo, modificar las
situaciones en las que se fuma, etc.
- Objetivos afectivos: incrementar los sentimientos o
actitudes negativas, disminuir las positivas, promover una actitud de
aceptación hacia medidas sociales y políticas contra las drogas, modificar
valores...
- Objetivos informativos: elevar el nivel de conocimiento
relacionado con la naturaleza de las drogas, su química y propiedades
farmacológicas y conductuales.
Estos objetivos se resumirían en:
a) distribuir una información de base sobre el tema a niños,
padres, educadores y comunidad en general;
b) promover una mejor comprensión de los problemas causados
por las drogas;
e) y proponer a los jóvenes soluciones y alternativas para
responder a sus necesidades y aspiraciones.
En general, las hipótesis en las que se basan las
actuaciones educativas son la posibilidad de modificar el comportamiento de los
sujetos, si se modifica previamente su comportamiento, las actitudes y los
sistemas de valores. En el Manual de Fonnación para el Profesorado y otros
agentes educativos «La Educación para la Salud en el ámbito educativo>>
(OMS y Comisión de la
Unión Europea), se incluye el tabaco dentro del tema referido
a la “Educación
sobre las Drogas”. Se le presta una atención especial, por su carácter «legal»,
por su uso tan extendido, que además sirve de puente hacia otras drogas “ilegales”.
Resumamos seguidamente los principales aspectos que se recogen en el mismo
(Young).
Tratar el tabaco como uno de los contenidos a abordar en EpS
requiere considerar el porqué, cómo y cuándo se consume. El profesorado debe
ser consciente del problema, entender sobre el uso del mismo y estar
familiarizado con técnicas de enseñanza que ayuden a los jóvenes a adoptar las
decisiones oportunas. Es una parte más de la EpS escolar, siendo éste un
programa que trata de todos los aspectos de salud personal, familiar y
comunitaria, integrada en todo el sistema de valores de la escuela y el entorno
familiar y social, fomentando la construcción de la autoestima, abordando las
relaciones personales y facilitando la adopción de decisiones informadas como
habilidades para los jóvenes. Para ello se requiere una adecuada planificación,
incluyendo materiales y técnicas, con la implicación de todo el profesorado y
olvidando los enfoques alarmistas y sensacionalistas.
Los contenidos a tratar deben incluir información sobre
hechos y conceptos relacionados con el tabaco, sus efectos, aspectos legales de
su uso, proceso de adicción, alternativas a su consumo... Más que un conjunto
de conocimientos académicos, se trata de información para poder tomar
decisiones, poner en práctica habilidades sociales y ofrecer modelos de
comportamiento. El método debe ser eminentemente participativo, con un
aprendizaje experiencia} y activo, con dinámicas de grupo para desarrollar relaciones
personales (aumentando la autoestima y confianza).
Coincidiendo con lo apuntado anteriormente, la educación
sobre el tabaco es un proceso que implica: informar al alumnado sobre la
composición y sus efectos; tener en consideración los efectos sociales,
mentales y físicos de su consumo; y el desarrollo de habilidades para adoptar
decisiones adecuadas a las situaciones en las que se fuma. El Manual señala que
la educación debe comenzar lo más pronto posible, pues en las primeras fases
del uso de las drogas se aprenden los modelos de consumo, que pueden llegar a
ser significativos para determinar las posteriores formas de uso. Y más
teniendo en cuenta que es muy asequible a los jóvenes: lo pueden comprar
fácilmente sin tener la edad legal para ello (v.gr., a través de las máquinas
expendedoras automáticas). Son varios los aspectos que influyen en el
desarrollo del hábito de fumar:
- los factores personales (los jóvenes lo asocian con una
parte importante de su propia imagen);
- las influencias de iguales y amistades (un elemento
socializador, de identidad al grupo, para introducirse en algún círculo);
- los modelos paternos y matemos: los padres fumadores son
un aspecto facilitador (ampliable a otros posibles modelos a imitar, como son
los docentes);
- la influencia de los medios de comunicación social y el
entorno (que estimulan una actitud favorable para consumir tabaco, vendiendo
valores e imágenes de deporte y triunfo social vinculado a las marcas);
- también influyen los conocimientos, valores, actitudes y
objetivos relacionados con el fumar que se enseñan para prevenir su posterior
consumo.
Las actitudes y los valores relacionados con el uso del
tabaco se forman en una edad temprana, siendo a través de la observación y/o la
experimentación como mejor se aprende. Abordarlo desde un modelo únicamente
informativo-preventivo, basado en informar sobre los efectos y características
de aquél, no basta para tener el éxito asegurado. Se puede tener bastante
información, pero adquirir o mantener hábitos no saludables. De ahí el interés
por modelos combinados que incluyan programas informativo-preventivos con
modelos de actitudes. «La influencia de
los factores ambientales es tan obvia que a veces no se les da importancia, y
se piensa que con una mera información sobre el tema en cuestión es suficiente.
En muchas ocasiones se supone que el solo conocimiento de los daños que produce
el humo del tabaco es suficiente para que el adolescente deje de fumar. Ésta es
una idea totalmente errónea, ya que está presionado por una multiplicidad de
actores sobre los que a duras penas puede mantenerse firme, motivo por el que
se necesita apoyo desde los más diversos ángulos» (Llorent).
De hecho, no se da siempre una relación estadística positiva
entre conocimientos sobre drogas y su no consumo (valga el ejemplo de los
docentes, médicos y enfermeros que fuman). Tampoco se da una relación casual
entre cambios de conocimiento y variaciones en los hábitos de consumo. Muchos
autores señalan que a los jóvenes les son más efectivos mensajes del tipo 'el
tabaco ensucia los dientes', 'amarillentan las manos'... que los típicos
'perjudica la salud'.
A modo de corolario.
Efectivamente, un reto sociopedagógico
El tabaco, esta droga «especial», es una cuestión importante
a la que debe responder la EpS, superando el ámbito estrictamente sanitario y/o
escolar. Es un reto comunitario, social. García Mínguez dice que el tabaquismo,
como la adicción a otras drogas, se reconduce por canales sociales ... Sin duda
un problema de envergadura en el que todos y todas estamos implicados.
Concluimos sirviéndonos de las palabras de Víctor López y Rafael Manzanera en
el Prólogo de una reciente obra sobre el tabaquismo que enfocan la compleja
realidad a la que nos enfrentamos. «Es en
España la primera causa aislada de enfermedad evitable, invalidez y muerte
prematura, y necesita un abordaje integrado, en el marco de una política
integral de salud: reducir la cuestión al libre albedrío personal seria una
dejación política y un cinismo inaceptable. En efecto, si el tabaquismo es un
problema mayor de salud (a diferencia de hace un siglo) es por el formidable
negocio que lo propicia y por la naturaleza adictiva de la nicotina».
En este contexto, es una situación singular: se trata del
único producto de consumo capaz de producir lesiones y hasta la muerte a muchos
de sus usuarios al ser utilizado estrictamente conforme a las indicaciones del
fabricante.
Esta realidad lleva a la industria tabaquera a la posición
extrema de negar lo evidente, pues cualquier otra postura la confrontaría a la
asunción de sus responsabilidades y cuestionaría la esencia de su negocio. En
un contexto democrático, y ante un producto utilizado por una porción no
mayoritaria pero relevante de la población, no se plantea su prohibición. Pero
sí creemos necesaria una regulación rigurosa de los productos de tabaco, de su
comercio, promoción y consumo, en defensa de los bienes públicos, como la salud
de la población y la protección de los menores. Por ello, la prevención del
tabaquismo no puede basarse sólo en estrategias centradas en los servicios
sanitarios. El rol de los profesionales asistenciales de ayudar a los fumadores
a romper su adición es crucial para muchas personas. Pero la prevención supera
los límites de los servicios clínicos. Una política preventiva frente al tabaco
implica el desarrollo de estrategias inspiradas en las ciencias políticas y
sociales, capaces de comprender y usar los medios de comunicación. En realidad,
perfila una nueva agenda de salud pública y de promoción de salud, en la que
debe destacarse el papel fundamental del ámbito educativo formal, no formal e
informal.
Extraído de
El tabaco como reto educativo. Una revisión desde una
perspectiva sociopedagógica
Juan Agustín Morón Marchena
Universidad de Sevilla
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