La idea de
nacionalidad, del respeto de los rituales patrios y símbolos nacionales se
transmite con fuerza a través de los reglamentos y se trata de normas que, en
algunas instituciones más que en otras, tienen una correspondencia directa con
la sanción, más que otras pautas: En relación a los símbolos patrios y actos
escolares: Se espera la mayor atención y respeto. Se sancionará: no respetar
los símbolos patrios, no guardar debida compostura en los actos escolares, no
guardar silencio al izarse o arriarse la bandera.
Para el caso
de las escuelas religiosas notamos que ambas liturgias (la patria y la
religiosa) parecen mezclarse estipulándose normas comunes: Respeto de los
símbolos religiosos y patrios: Se deberá evidenciar en las formas: guardar
silencio en el izamiento y el arrío de la bandera, comportarse correctamente en
actos, misas, etc. La celebración de la Santa Misa y las plegarias cotidianas.”
También hallamos que en algunas escuelas, en este tipo de
normas, se propone involucrar a los estudiantes como veedores. Respetar y hacer
respetar (algo así como policías del respeto a la patria) solicitando que sean
ellos los que controlen el comportamiento de sus propios compañeros en los
rituales patrios. Aquí llama la atención que, si bien se proponen instancias de
denuncia o juicio de la acción de los pares ante otras situaciones, es la única
norma que propone desde su enunciado este tipo de control más horizontal y a la
vez más extendido generando, en alguna medida, un dispositivo nacionalizador (Amuchástegui).
Por otra
parte, hallamos que en un colegio de provincia de Buenos Aires de gestión
pública, en el que el reglamentos se conformó conjuntamente entre los
diferentes actores de la comunidad educativa, las normas parecen convocar a otro
tipo de compromiso, se especifica, por ejemplo que Mantener clima de silencio
durante la Ceremonia de la Bandera, en las horas de clase y en los Actos
Escolares, constituye una demostración de respeto hacia los símbolos patrios,
los docentes, los propios compañeros y la propia identidad. Así, el respeto por
estos rituales no está pensado en términos de trasgresión, ni se prevén sanciones.
Pero además, así como en algunos colegios se equipara la ceremonia patria con
la liturgia religiosa, aquí se emparentan estos rituales con los momentos de
clase, lo que en cierta manera jerarquiza la situación de enseñanza-aprendizaje
asignándole mayor importancia. Por otra parte, el respeto es tanto hacia los
símbolos patrios como hacia los docentes y compañeros, siendo las personas las
que conforman las ceremonias junto con los símbolos y no estos últimos
despojados de toda situación y contexto particular.
Así, encontramos
que la regulación de la nacionalidad en las escuelas, a través de los rituales,
está en consonancia con las maneras de pensar la patria, lo sagrado, pero
también los vínculos y los modos de establecer las relaciones que implican una
construcción diferente de la ciudadanía y la participación.
Extraído de
¿Qué se regula hoy en las escuelas?Una mirada sobre las prescripciones de los reglamentos de convivencia
LUCÍA LITICHEVER
Área de Educación, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
Sede Argentina
En Revista Iberoamericana de Educación n.º 59/1 – 15/05/12
Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI-CAEU)
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