martes, 24 de septiembre de 2013

¿Qué enseña la escuela?


Vivimos en un mundo que se caracteriza por el cambio permanente, la escuela debe adaptarse a ello, repensarse a si misma ¿Qué es lo importante? ¿Cómo llegar a ello? ¿Cuáles son los desafíos a asumir? Lo cierto es que todas estas preguntas requieren una respuesta del conjunto, y los siguientes párrafos pueden ayudarnos a reflexionar.  



Educar: estrategia y contenido
En los últimos meses se han discutido los cambios que una reforma educativa significa; no obstante, la discusión es y será siempre respecto a un planteamiento fundamental: ¿qué se enseña en la escuela?


En la escuela se ha privilegiado la enseñanza de contenidos, soslayando que los alumnos aprendan estrategias para convivir, solucionar problemas, entablar relaciones satisfactorias y cuidar su cuerpo y su entorno.


El reto de las instituciones educativas es que el alumno desarrolle habilidades cognitivas que permitan la construcción de conocimientos, pues constituyen las bases para el logro de los aprendizajes. Es fundamental que los estudiantes aprendan a inferir, analizar, parafrasear, usar analogías y metáforas con el fin de acceder a nuevos aprendizajes. Por ende, la didáctica debe permitir al alumno no sólo resolver problemas, sino identificar el proceso que siguió para hacerlo, esto si se pretende desarrollar competencias y alcanzar los estándares nacionales. Los educadores lo lograrán si redefinen y aprenden a orientar sus estrategias de enseñanza, advirtiendo que éstas deben orientar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Al inicio deberán permitir que el docente reconozca el objeto de estudio y la organización para el aprendizaje. Durante el proceso deberán permitir identificar, conceptualizar y organizar los conceptos implicados, delimitar el objeto de estudio, definir sus características, estructura, causas e implicaciones, y establecer su conexión con otros. No obstante, no deben soslayarse estrategias que paralelamente permiten identificar y mantener la motivación en la tarea, y que faciliten integrar los distintos aspectos abordados, derivar una síntesis y conclusión o perspectiva crítica de los mismos, así como valorar lo aprendido.

El desarrollo de habilidades cognitivas es resultado del uso de estrategias de enseñanza, más no del contenido que se aborde. Por ello es preciso que el educador reflexione sobre sus estrategias de enseñanza considerando, fundamentalmente:

a) las pautas de selección de sus estrategias,

b) el propósito o la intención de éstas, y

c) el aprendizaje que logran los alumnos con ellas.


En este análisis será importante que el educador identifique las estructuras textuales del discurso oral y escrito que emplea; la perspectiva desde la cual organiza y aborda el discurso, los aspectos que resalta de éste, y las pautas de interacción que promueve con y entre los alumnos.


Desde esta perspectiva, lo que se enseña en la escuela debe ser pertinente para los alumnos de distintas culturas, pues incluso es un derecho fundamental. En este sentido, el educador debe ser sensible a las características de sus alumnos y a lo que ellos le pueden aportar. Es decir, la escuela debe impartir, además de contenidos curriculares, aquellos presentes en el entorno educativo inmediato; por tanto, es momento de reconocer que las grandes desigualdades entre los seres humanos de este país son resultado del menosprecio hacia las distintas formas de pensar y de vivir de culturas milenarias, que por cierto podrían enseñarnos a entender y vivir una relación distinta con nosotros mismos y con nuestro entorno natural.


El educador necesita recapacitar respecto a la oportunidad que le brinda participar de la experiencia educativa de otros seres humanos que tal como él esperan vivir y disfrutar a plenitud su encuentro. Es indispensable comprender que las nuevas generaciones enfrentan disyuntivas en las cuales la propia sociedad las ha colocado; por ello, la escuela debe enseñarles a tomar mejores decisiones, puesto que las de generaciones anteriores no han sido las adecuadas. Así, el reto es darles la posibilidad de desarrollar habilidades que les permitan encontrar soluciones a los problemas que han heredado, y participar en acciones conjuntas para superar los logros que como sociedad hemos tenido.


Impulsar estrategias destinadas a lograr el aprendizaje de nuestros alumnos requiere que cada día nos preguntemos como docentes: ¿qué se enseña en la escuela? Finalmente, es momento de reflexionar sobre nuestro compromiso con las nuevas generaciones.





Autora
Angélica Irene Hernández González
Subdirectora técnico-pedagógica de Educación Comunitaria.
Postulante a doctora en psicología y académica de la UNAM y la UPN.
En: Alas para la equidad Nro 16

martes, 17 de septiembre de 2013

Alfabetización económica en la escuela


Desde este blog hemos sostenido que la escuela debe ser alfabetizadora en todos sus aspectos. Se entiende por persona alfabetizada no aquella que conoce simplemente los rudimentos, sino la que es capaz de interactuar socialmente ¿Qué significado se le da a la “Alfabetización económica? ¿Cuál es su importancia? ¿Debe constituirse en un desafío para la escuela?
 


La alfabetización económica es un constructo que hace referencia a aquel conjunto de conceptos, habilidades, destrezas y actitudes que permiten al individuo la comprensión del entorno económico cercano y global, y la toma de decisiones eficientes de acuerdo a sus recursos financieros (Yamani). De acuerdo con Buckles y Melican un individuo económicamente alfabetizado es aquel que cuenta con las herramientas conceptuales y procedimentales mínimas para entender su mundo económico, interpretar los eventos que pueden afectarlo directa o indirectamente, y tomar decisiones personales y sociales sobre el sinfín de problemas económicos que se encuentran en la vida cotidiana. En un estudio sobre socialización económica en familias de clase media de la ciudad de Temuco, realizado por Denegri et al., se encontró que los padres no eran un vehículo adecuado para transmitir información de este tipo y que cada individuo debió adquirir conocimientos del mundo del dinero por sí mismo. Aunque los padres reconocen la importancia de la educación económica esto no se traduce en prácticas cotidianas de socialización.

Los hábitos o conductas de consumo han sido definidos como las actividades físicas, mentales y emocionales que las personas realizan cuando seleccionan o adquieren productos y servicios con el fin de satisfacer sus necesidades y deseos. La conducta del consumidor implicaría una serie de decisiones y actitudes sobre si consumir o ahorrar, sobre qué consumir, sobre la compra y el shopping, y sobre el uso de esos bienes. Denegri et al. plantean la existencia de perfiles o estilos de conductas relacionadas con los hábitos de consumo: los denominados perfiles "reflexivo" e impulsivo. El primero referiría a un estilo de consumidor eficiente y eficaz, mientras que en el segundo predomina la "tendencia a conductas impulsivas de consumo", es decir, refiere a un consumidor con mayores posibilidades de efectuar compras poco eficaces vinculadas al uso del crédito como vía de acceso a los bienes. Denegri et al., plantean que estudios realizados en la Región de la Araucanía, indican la preponderancia del perfil "impulsivo", ocurriendo que un porcentaje importante de sujetos dice gastar más de lo que debería, lo que se asocia a sentimientos negativos y sensación de no ser capaz de cubrir todas sus necesidades, afectándose así la percepción subjetiva sobre la propia situación financiera.

La actitud frente al endeudamiento se define como la posición subjetiva que un individuo adopta respecto al uso del crédito para la satisfacción de sus necesidades materiales. Según Denegri et al. las actitudes hacia el endeudamiento mediarían en las decisiones de consumo. Habrían dos perfiles o estilos actitudinales: El "Austero" y el "Hedonista". El estilo actitudinal "austero", se caracteriza por un enfrentamiento cauteloso al endeudamiento, manteniendo una posición más tradicional en el manejo y administración de los recursos financieros. Este perfil evitaría el crédito y tendería al ahorro. El estilo actitudinal "hedonista", por su parte, se caracteriza por un uso del endeudamiento como recurso habitual para el logro de los bienes y servicios requeridos. Este perfil, entonces, utilizaría privilegiadamente las estrategias del crédito y no la del ahorro. Estudios recientes indican que un alto porcentaje de sujetos reconoce que el uso del crédito es parte esencial de su actual estilo de vida, pues le permite acceder a una batería de bienes mejorando su calidad de vida. Si bien es cierto las personas valoran la austeridad y se identifican con prácticas racionales en el uso del crédito, también reconocen que el crédito es una vía rápida de satisfacción de la necesidad de consumo. Denegri et al. destaca el hecho de que el uso masivo del crédito ha cambiado el perfil de la sociedad transformándola en sociedades de consumo. Wilkie señala que los símbolos de estatus son productos que sirven para enviar a otros mensajes sobre el estatus social elevado de una persona; también sirven a menudo para decirle a la propia persona internamente que él/ella ha llegado o lo ha logrado, o tiene un valor personal Luna et al. plantean que se hace necesario promover acciones educativas desde temprana edad lo que nos permitirá una mejor comprensión de por qué compramos y como ello se relaciona con nuestra identidad.



Extraído de:
LA ALFABETIZACIÓN ECONÓMICA, HÁBITOS DE CONSUMO, ACTITUD HACIA
EL ENDEUDAMIENTO Y SU RELACIÓN CON EL BIENESTAR PSICOLÓGICO
EN FUNCIONARIOS PÚBLICOS DE LA CIUDAD DE PUNTA ARENAS
María G. Herrera A., Claudia A. Estrada G. y Marianela Denegri C.

martes, 10 de septiembre de 2013

Democratizar la escuela

En San Luis (Arg) vivimos en una democracia de baja calidad, estamos habituados al sometimiento de los poderes judicial y legislativo, por parte del ejecutivo,  al clientelismo como manera de hacer política, los medios están concentrados en la familia que controla la gobernación, etc. ¿La falta de democracia se limita a esos ámbitos? ¿Las escuelas se desarrollan en un ambiente democrático y participativo? Ciertamente poco se cambió en las últimas décadas. Los siguientes párrafos, pensados para el contexto español, tienen vigencia en muchos otros.


En los últimos tiempos, asistimos a un debate público sobre la convivencia escolar, un tema que considero que está íntimamente ligado a la participación y democratización de la escuela, en realidad el asunto de fondo, porque los destinos de los pueblos no pueden ser sólo patrimonio de quienes los gobiernan, y porque una verdadera democracia exige el compromiso de una ciudadanía informada y activa.


El centro educativo es el espacio donde niños y jóvenes realizan el aprendizaje de las relaciones sociales y donde deben darse los primeros pasos hacia la democracia participativa. La escuela es una suerte de microcosmos en el que confluyen múltiples identidades sociales, culturas e intereses, y que tienen por objeto educar, de manera integral, a los adultos del futuro. Curiosamente, la escuela de hoy está fallando en su objetivo primordial: la preparación del alumnado para su transición a la vida adulta como ciudadanos responsables y conscientes de su proyección universal, independientemente de los conocimientos y saberes puramente académicos. Pero democratizar la escuela no es tarea fácil.


De momento, sería imprescindible reflexionar sobre la institución escolar, su organización, sus jerarquías. De nada sirve poner en marcha programas puntuales que no vayan más allá de lo meramente burocrático, si no somos capaces de sentarnos a concretar de forma consensuada la organización escolar y los planes específicos que cada escuela necesita. Considero que también habría que regresar, en cierta manera, a los orígenes: repensar el proyecto educativo de centro que es, sin duda, el punto de partida para trabajar cada una de las distintas realidades de la escuela como institución.


Otra actuación para democratizar la escuela es acercar a las familias, lo que ayudaría a establecer un lugar de encuentro entre objetivos y expectativas reales que toda la comunidad educativa pretende lograr en la educación de los menores, y para hacer más sencilla y eficiente la labor educativa de familias y escuela. Para ello, creo que los docentes y equipos directivos tienen un papel importante como dinamizadores. Familias y escuela deberíamos trabajar en equipo, actuar conjuntamente ante los problemas que puedan surgir en la convivencia escolar y en las alteraciones del ritmo escolar y social.


Para democratizar la escuela, los consejos escolares también deberían ser auténticos foros de participación, debate, consenso y decisión, y no limitar sus funciones a enumerar las decisiones tomadas en los claustros y a la aprobación de documentos que, en muchos casos, ni siquiera han sido elaborados por el conjunto de la comunidad educativa. No deben servir sólo para exponer las estadísticas de evaluaciones, las gestiones del equipo directivo, las peticiones de obras, material o mejoras, sino que tienen que tener también una función decisoria. Participar significa aportar, escuchar y ser escuchado.


En resumen, para democratizar la escuela propongo que hagamos un análisis sobre la institución escolar, repensemos su proyecto educativo, acerquemos las familias a la escuela y convirtamos los consejos escolares en verdaderos foros de participación.

 “Hay que acercar las familias a los centros educativos.”



Autor
Jesús Antonio Fernández Corrales
Presidente de FAPA “Miguel Virgós” de Asturias
En
Padres y madres de alumnos y alumnas

martes, 3 de septiembre de 2013

¿Para qué aprender?


¿Y esto para qué me sirve? Cuando se instala en el aula esta pregunta, muy probablemente la partida está perdida. Si triunfa un criterio meramente utilitarista de la educación entonces se deja de aprender. Esta forma de actuar es torpe, no puede ver más allá de sus narices, y difícilmente se vaya a rectificar ¿No será porque socialmente es el pensamiento dominante? Los párrafos siguientes tratan de responder la pregunta del título.


 Reflexión para no olvidar la luna
Las noches de tranquilidad pueden mostrar mucho al alma; a Borges, en su poema La luna le permitió notar con claridad que el aprendizaje por sí y para sí puede ser estéril. Aunque el poema es más largo, en doce versos lo muestra con magnificencia.

Cuenta la historia que en aquel pasado tiempo
en que sucedieron tantas cosas
reales, imaginarias y dudosas,
un hombre concibió el desmesurado
proyecto de cifrar el universo
en un libro y con ímpetu infinito
erigió el alto y arduo manuscrito
y limó y declamó el último verso.
Gracias iba a rendir a la fortuna
cuando al alzar los ojos vio un bruñido
disco en el aire y comprendió, aturdido,
que se había olvidado de la luna.


Enseguida confiesa el autor que esta historia es ficticia, pero puede figurar el maleficio “de cuantos ejercemos el oficio de cambiar en palabras nuestra vida” ¿Por qué escribiría esto un hombre tan importante en la literatura? La historia muestra la dificultad de aquellos que desean conciliar la realidad de las frases insertándose como astillas en la intimidad de los cuerpos frente a un mundo que parece ser ajeno a las letras y sus tesoros.


Esta separación entre las reflexiones profundas y la realidad cotidiana ha sido motivo de reflexión y melancolía desde los filósofos más antiguos hasta nuestros días. Pero, surge entonces una gran duda. Si todo esto fuera cierto –irrefutable- y si fuera también cierto que el valor más grande de la educación es formar personas que se interesen por aprehender el conocimiento de manera permanente, ¿son los genios ese tipo de personas?, ¿el valor más alto de la educación es formar personas aisladas e incomprendidas, que se olviden de la luna? Para resolver la cuestión hay que pensarlo desde dos puntos.


1) Cabe decir que la división entre la teoría y la práctica, las ideas y los hechos, no ha sido más que un poco fantasiosa en la historia. ¿De qué hablan las teorías si no es de la realidad?, ¿de qué hablaba Freud si no es de los seres humanos y sus problemas?, ¿Einstein no escribió sobre el universo y el universo no es, acaso, esto que conocemos y por donde pasan nuestras manos al agitarlas en el viento? La filosofía, las teorías y todas las palabras hablan sobre la realidad porque no pueden dejar de hablar de algo tan sentido y vivido por alguien como cuando digo cama, perro, nostalgia o alegría.


2) El conocimiento humano puede modificar las situaciones que parecen no tener respuesta inmediata. Cuando una persona toma la decisión de comenzar un canal de riego en la loma solamente porque sí, se trata de un hecho afortunado. Sin embargo, si alguien construye el canal en el mismo punto porque conoce las explicaciones sobre la fuerza de gravedad, las tradiciones de arquitectura de la región, su soporte matemático y algunas experiencias de otras latitudes, entonces se trata de una decisión soportada por la experiencia de miles de años.


Así pues, se aprende para construir, para disfrutar, para caminar en medio del tiempo, pero sobre todo, se aprende porque el conocimiento generado por la humanidad está ahí; vidas y vidas han pasado con todo lo que cabe en una vida para producir una sola de las obras de la humanidad, ¿imaginan lo que debió suceder para que sobreviviera la Iliada a Occidente?, ¿lo qué debió suceder para que sobreviviera el Tének a la historia y su filosofía?

 Se aprende sobre todo, porque se es valiente y se es humano.



Autor
Isidro Navarro
Licenciado en sociología
Extraído de
Alas para la equidad.
Órgano informativo del Consejo Nacional de Fomento Educativo,
Año 4, No. 38, marzo-abril, 2012




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