El rol del docente no se limita al de la enseñanza, debe afrontar diversos roles y exigencias de diversas naturalezas. Debe manejar sus emociones adecuadamente, entonces ¿Qué significa la Educación Emocional? ¿Qué sentido tiene el autocontrol emocional? ¿Se trabaja en las aulas la dimensión emocional del docente?
Para hablar de la educación emocional del docente, es
importante tomar en cuenta el contexto actual que se vive en la sociedad, las
exigencias para los profesores, los desafíos que debe afrontar considerando no
solo su rol profesional de enseñanza para que el aprendizaje del estudiante sea
significativo, sino los múltiples roles que debe cumplir con quienes son
nativos digitales, con los padres y su ausencia a cubrir, las tareas
administrativas de planificación, corrección de tareas, elaboración, ajuste,
entrega de planes, reuniones, capacitaciones en el marco de la formación
continua, sumado a la vida personal, familiar y social fuera de una institución
educativa.
Cuán importante que el educador pueda equilibrar su vida
dentro y fuera de la escuela, mirándose a si mismo, para que a partir de allí
pueda construir “un puente entre la escuela y la vida”, como titula uno de sus
libros Ander-Egg, hablando sobre la búsqueda de un modelo de educación anclado
en la realidad, capaz de superar la dicotomía existente entre lo que se enseña
en las aulas y lo que los alumnos viven –y aprenden- en su vida cotidiana. Cómo
apostar a una educación de mayor calidad, si a veces uno olvida la calidad del
docente, no solo a nivel de sus conocimientos, sino lo que vive en su día a
día, su calidad de vida, el amor, la pasión por lo que hace, la entrega a la
noble misión de enseñar. Se espera que sea un profesional que tiene en cuenta
los pilares de la educación tales como el aprender a conocer, hacer, ser y
vivir juntos, pero cómo lo enseñará si no lo vive? De allí que resulta
fundamental el tema de volverse a la persona, centro y eje desde donde se
imparte la enseñanza: el maestro y su educación emocional.
Emociones e
inteligencia
Según Muñoz, las emociones son complejos estados del
organismo en los que intervienen sentimientos, pensamientos y determinados
cambios en el terreno biológico y psicológico del individuo. La importancia que
sobre la vida de toda persona tienen las emociones es indudable. Afectan al
pensamiento, a la actitud, influyen en la conducta, y determinan muchas veces
la felicidad o infelicidad. Cada emoción afecta a la conducta de forma
diferencial y una misma emoción puede dar lugar, en distintos momentos, a
reacciones diferentes en un mismo individuo. Entonces, la realidad percibida
del ambiente en que el docente se desenvuelve y la apreciación del mundo que le
rodea, podría oscilar con su estado emocional, que a su vez tendría influencia
en la manera en que se relaciona con los demás, sean éstos estudiantes,
colegas, directivos, padres y cualquier otro miembro de la comunidad educativa.
La capacidad para reconocer y manejar las emociones ayuda a aumentar la calidad
de vida.
La inteligencia, en los términos de Woolfolk, es la
capacidad o habilidad para adquirir y utilizar conocimientos con el fin de
resolver problemas y adaptarse al mundo. En la actualidad se reconocen diversos
tipos de inteligencia, desde la general, hasta las inteligencias múltiples,
tomando cada vez mayor especificidad, por ejemplo, inteligencia social,
inteligencia sexual, inteligencia emocional, entre otras.
Daniel Goleman ha realizado una gran contribución a la
ciencia al unir dos vocablos, en apariencia, contradictorios, “inteligencia” y
“emoción”, pero que en realidad son muy complementarias, y se ha desarrollado
el concepto de inteligencia emocional.
El término Inteligencia Emocional (I.E.) fue utilizado por
primera vez en 1990 por Peter Salovey y John Mayer, quienes definen a la I.E.
como: "la capacidad de controlar y
regular las emociones de uno mismo para resolver los problemas de manera
pacífica, obteniendo un bienestar para sí mismo y para los demás"; es
también guía del pensamiento y de la acción.
Desafíos
profesionales que implican recursos emocionales
La sociedad del tercer milenio se presenta con cambios
permanentes y relevantes. El hecho afecta, de una manera u otra, a las
instituciones educativas y a sus miembros, quienes se enfrentan al desafío de
garantizar buenos resultados para todos los estudiantes y promover un docente
capacitado y entusiasta en constante actitud de aprender a aprender y
emprender.
Uno de los actores educativos, el Docente, debe estar en
alerta permanente ante las fluctuaciones sociohistóricas, económicas y
culturales del contexto en el
cual desarrolla su actividad, capaz de orientar el
desarrollo de la cultura infantil y juvenil a fin de prepararlos para responder
a los retos de los nuevos tiempos; pero este docente, en la mayoría de los
casos, desarrolla su labor en varias instituciones educativas; además, debe
compaginar varias actividades, quizás estudiante, padre/ madre, esposo/ esposa,
jefe/ jefa de hogar, y, en medio de todo, guiar el desarrollo y el aprendizaje
de niños y adolescentes cuyas características psicofísicas, cambiantes de por
sí, ya constituyen un desafío.
La multiplicidad de roles que cumple el docente, en la
actualidad, y la influencia del medio en que vive y convive con los componentes
de la comunidad educativa, podría afectarlo en su integridad como docente
eficiente y eficaz. Además debe aprender a expresar y manejar las emociones
adecuadamente: con capacidad de reconocer sus propias emociones, identificarlos
y controlarlos, introduciéndolos en una línea de pensamiento reflexivo.
La educación emocional supone, por tanto:
1. Reconocer las propias emociones, los sentimientos y
expresarlos de manera asertiva;
2. Saber controlar las propias emociones, dándoles una vía
de salida como elemento de auto-regulación. Este control es diferente a la
represión, que hace acumular tensión sin darle salida, más bien hace referencia
a tener la capacidad de superar los bloqueos emocionales que ciertas
situaciones conflictivas pueda generar de tal manera a controlar las emociones
negativas para que no desplacen las positivas.
Un comportamiento conveniente supone una aceptación y manejo
apropiado de las emociones, ésta es una labor educativa ya que puede ser
enseñado y aprendido.
Si la percepción del docente, en cuanto a sus emociones,
funciona en forma adecuada podría afrontar las situaciones cotidianas ya sean
negativas o positivas y asumir las consecuencias de las decisiones personales
de tal manera a lograr el equilibrio emocional, la autonomía y su propio bienestar.
Originado en el vocablo en latín actio, el concepto de acción se refiere a
dejar de tener un rol pasivo para pasar a hacer algo o bien a la consecuencia
de esa actividad.
La actitud es la disposición voluntaria de una persona
frente a la existencia en general o a un aspecto particular de ésta. Los seres
humanos experimentan en su vida diversas emociones que distan de ser motivadas
por su libre elección; en cambio, la actitud engloba aquellos fenómenos
psíquicos sobre los que el hombre tiene uso de libertad y que le sirven para
afrontar los diversos desafíos que se le presentan de un modo o de otro.
Haciendo alusión al concepto de actitud, Kassin, Fein & Markus, la definen
como reacción positiva, negativa o mixta en relación con una persona, un objeto
o una idea. Incluso se habla del modelo ABC de las actitudes, con su componente
cognitivo, afectivo y conductual. El componente afectivo comprende las
emociones positivas o negativas acerca de algo.
El docente, más allá de su vida cotidiana, procurará por su
autocontrol emocional, que es la capacidad que le permite controlarse, tener el
dominio de sus emociones y no que éstas le controlen, sacándole la posibilidad
de elegir lo que quiere sentir en cada momento de su vida.
Cada uno es actor o hacedor de su vida ya que de las
pequeñas y grandes elecciones depende su existencia; se tiene la importante
posibilidad de ser felices o no, más allá de los sucesos externos, siendo
independientes y autónomos emocionalmente. Esos acontecimientos no son los que
manejan la vida, sino cada uno como sujeto activo, responsable de su felicidad,
dependiendo de la interpretación que se haga de ellos. Si se asume la postura
de autores quienes afirman que “Somos lo que pensamos”, si se aprende a
controlar los pensamientos también se podrá controlar las emociones, obteniendo
mayor bienestar, que no es más que el estado o situación en el cual la
satisfacción y la felicidad predominan.
El control emocional
La emoción es un estado afectivo, una reacción subjetiva al
ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos; establecen reacciones
psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos
ambientales o de uno mismo.
A través del control de la emoción y el pensamiento se puede
cambiar las conductas, si son consecuencia de una percepción errónea o una mala
expresión de las emociones. En el mundo emocional existe riesgo de hacer o
hacerse daño. Se hace necesario, por tanto, aprender a controlar las emociones
y saber expresarlas asertivamente.
En el ser humano la experiencia de una emoción involucra un
conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, utilizado para
valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se
percibe tal situación.
Psicológicamente, las emociones alteran la atención, hacen
subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del individuo y activan
redes asociativas relevantes en la memoria.
Conductualmente, las emociones sirven para establecer la
posición con respecto al entorno, e impulsan hacia ciertas personas, objetos,
acciones, ideas, mientras alejan de otros. Las emociones actúan también como
depósito de influencias innatas y aprendidas, y poseen ciertas características
invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas.
En el ámbito educativo, la dimensión emocional ha sido
obviada, y el interés se ha centrado, casi exclusivamente, en el desarrollo
cognitivo. Sin embargo, si se considera como objetivo fundamental en la tarea
de educar el conseguir un desarrollo integral y equilibrado de la personalidad
del estudiante, no se puede dejar de lado el mundo de las emociones y
sentimientos que tanto influye y modela la conducta.
Conocer cómo se procesan las emociones, cómo evolucionan,
cómo se expresan, su papel en el aprendizaje y en el mundo de las relaciones
interpersonales, entre profesor-alumno, entre profesor-profesor y entre alumnos
y alumnos, son algunos de los aspectos que debe priorizar el docente. Las
emociones están presentes en el aula, las de los alumnos y las del profesorado;
su interrelación emocional puede dar como resultado el crecimiento de ambas
partes o el sufrimiento de alguna de ellas o de las dos.
Dependiendo de la percepción y la capacidad de afrontamiento
individual se incorporan positivas actitudes emocionales en la práctica
profesional, en las interacciones o relaciones interpersonales, como una
dimensión valiosa, o se puede temer al mundo emocional y el que pueda expresar
el alumnado, ignorarlo o reprimirlo. Una vez adquirida esta habilidad, se
convierte en una opción personal desarrollarlo y potenciarlo en el ámbito de
desenvolvimiento. Es importante tener presente que un buen estado emocional del
docente incide en la tarea profesional como también en el desempeño o logros
del alumno.
La educación
emocional en programas curriculares.
No se ha trabajado de forma suficiente en las aulas la
educación emocional en los docentes, lo que implica la aparición de conflictos
frecuentes entre el docente y alumno, siendo que es la persona responsable de
orientar este aspecto y arbitrar o mediar los conflictos que pudieran
presentarse entre pares.
En los fines de la educación paraguaya figura que busca la
formación de mujeres y hombres que en la construcción de su propia personalidad
logren suficiente madurez humana que les permita relacionarse comprensiva y
solidariamente consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con Dios, en
un diálogo transformador con el presente y el futuro de la sociedad a la que
pertenecen, con los principios y valores en que ésta se fundamenta.
Considerando esta declaración se puede observar la importancia que se le da a
la persona como centro de formación, y su relación armónica con el otro.
Sin embargo, en la realidad, desde la formación en el nivel
de Educación inicial, hasta la formación docente, no se observa de forma
explícita la educación emocional en los programas curriculares más que como eje
transversal, lo cual implica que unos docentes lo pueden tomar y desarrollar o
promoverlo, mientras otros no, aún considerándose de capital importancia el
desarrollo denominado integral. En algunas asignaturas tales como Formación
ética y ciudadana, horas dedicadas a Proyecto, o en Desarrollo personal y
social, se tienen algunos indicadores. La formación más bien se orienta a la
transmisión de conocimientos sin tener en cuenta la situación personal, ni del
alumno ni del docente, excepto que se otorga relevancia a la educación en
derechos humanos en los diferentes niveles del sistema educativo. Se ha
incluido en la carrera de formación docente la materia de “Educación en valores
y transversalidad”, pero no se alude a la educación emocional propiamente
dicha.
Esta es parte de la realidad paraguaya, cómo será en otros
países, qué importancia se le da en la teoría y en la realidad.
Las emociones interactúan con el pensamiento y con la conducta. La conducta
es la parte visible, pero existe una gran parte oculta en esta base, que será
preciso trabajarlas en los docentes y estudiantes, dentro de los programas
curriculares y fuera de ella. Hoy en día, con la irrupción de las tecnologías
de la información y la comunicación en educación, y la implementación en
algunos departamentos del programa de “una computadora por niño” y “una
computadora por profesor”, surge el temor de que la máquina pueda sustituir al
profesor, sin embargo, según Chalita, sólo son de aquellos que no tienen
verdaderamente la vocación del magisterio, los que son meros informadores desprovistos de emoción. No es posible
que pregone autonomía sin ser autónomo, que hable de liberad sin experimentar
la conquista de independencia, que quiera que su alumno sea feliz sin demostrar
afecto. Y para que pueda transmitir afecto es preciso que sienta afecto, que
viva el afecto. Ninguno da lo que no tiene. La formación es un factor
fundamental para el profesor, no apenas la graduación universitaria o la post
graduación, más la formación continuada, amplia, las actualizaciones y el
perfeccionamiento. No basta que un profesor de Matemática conozca profundamente
su materia, precisa entender de psicología, pedagogía, lenguaje, sexualidad,
infancia, adolescencia, sueños, afecto, vida. Para quien tuvo una formación
rígida, es difícil expresar los sentimientos, hay personas que no consiguen
elogiar, que no consiguen abrazar, que no consiguen sonreír. El profesor tiene
que romper esas barreras y trabajar sus limitaciones y la de sus alumnos.
No hay como separar el ser humano profesional del ser humano
personal. Ciertamente el profesor tendrá sus problemas personales y tendrá más
dificultades en desempeñar su trabajo en sala de aula. Los alumnos notarán la
diferencia y eventual impaciencia del profesor en ese día, más ellos no saben
los motivos y pueden interpretarlo erróneamente, por eso es preciso cuidar para
que las contrariedades personales no causen heridas o resentimientos,
realizando su tarea con la mayor serenidad posible.
Extraído de
Revista internacional de audición y lenguaje, logopedia,
apoyo a la integración y multiculturalidad. Volumen 2, Número 3, Marzo 2013
RIALAIM
Educación emocional de los docentes.
Autora Salvadora Giménez Universidad Nacional de Asunción
(Paraguay) Facultad de Filosofía