Las perspectivas de carrera profesional dentro de la
docencia son, por lo general, bastante limitadas. Gran parte de los puestos destinados
a satisfacer nuevas funciones dentro de la institución escolar, son ocupados
por profesionales diferentes a los docentes: psicólogos, médicos,
administradores, etc. y la promoción profesional del docente está asociada
generalmente al abandono de la actividad específica en la cual la persona ha
demostrado sus mejores competencias. Frecuentemente, el buen docente debe
abandonar la sala de clase para ejercer como director de escuela o supervisor.
Pero como estas funciones están, por lo general, vinculadas al desempeño de
tareas más administrativas que de apoyo al proceso de enseñanza - aprendizaje,
la promoción significa una pérdida de la experiencia acumulada tanto para el
individuo como para la
institución. Las recomendaciones en este ámbito se dirigen
hacia la definición de un sistema de carrera que se base en el aprovechamiento
de las mejores competencias docentes: tutorías sobre los nuevos docentes,
coordinación de equipos y, fundamentalmente, la redefinición de los roles de
dirección y de supervisión.
Complementariamente con este esquema general de
carrera profesional, la docencia está regida por un sistema de retribuciones
donde la variable más importante en la determinación de los incrementos de
salario es la
antigüedad. Este sistema no brinda incentivos al desempeño
más eficiente o en determinadas zonas geográficas o con poblaciones
prioritarias desde el punto de vista de las políticas educativas. El debate
abierto hace ya algunos años se dirige a diversificar los criterios de
asignación salarial, introduciendo variables ligadas a los resultados de la
acción educativa. En este sentido, las estrategias basadas en un enfoque simple
de asociar salarios a logros de aprendizaje de los alumnos han mostrado serias
dificultades tanto conceptuales como políticas para su implementación. La
hipótesis según la cual los resultados de aprendizaje dependen prioritariamente
del docente está lejos de ser probada y las dificultades propias de la medición
de resultados impiden que este factor se convierta en un elemento central de
una política salarial. Pero, sin embargo, la validez del principio de
diversificar los criterios de asignación salarial es muy general. Desde este
punto de vista, el problema radica en identificar las variables que por su
asociación con los resultados del aprendizaje, merecerían ser consideradas en
la definición de una política salarial más congruente con el desempeño
profesional del docente. Variables tales como el trabajo en zonas o con
poblaciones desfavorecidas, el compromiso con el trabajo institucional, la
capacitación en servicio, el nivel de presentismo, etc. son, entre otras,
algunas de las variables que podrían servir para el diseño de políticas en este
campo.
Extraído de:
Profesionalización y Capacitación docenteJuan Carlos Tedesco
IIPE-BUENOS AIRES
SEDE REGIONAL DEL INSTITUTO INTERNACIONAL DE PLANEAMIENTO DE LA EDUCACIÓN
UNESCO
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