“Alfabetización digital” es un concepto repetido en casi todos los estudios y planes de acción relacionados con la sociedad de la información y del conocimiento. El contexto argumentativo en que suele aparecer esta expresión es el siguiente:
a) El desarrollo de la sociedad de la información se basa en las tecnologías
de la información y la comunicación y, en consecuencia, el despliegue acelerado
de éstas es esencial si se pretende que una sociedad determinada asuma una posición
competitiva en el presente y futuro. Véase cómo este argumento es presentado en
un documento oficial de la ONU:
“Las TIC son un importante
factor que propicia el crecimiento, ya que mejoran la eficacia e incrementan la
productividad, especialmente en las pequeñas y medianas empresas (PYME). Por esta
razón, el desarrollo de la Sociedad de la Información es importante para lograr
un crecimiento económico general en las economías desarrolladas y en desarrollo.
Se deben fomentar la mejora de la productividad por medio de las TIC y la aplicación
de la innovación en todos los sectores económicos” Declaración de principios
de la cumbre mundial sobre sociedad de la información, Ginebra, 2003
b) Para conseguir esta implantación se requieren ciertos requisitos tales
como inversiones públicas, despliegue de infraestructura, desarrollos tecnológicos,
etc. Pero entre ellos destaca la capacidad de las personas para asumir tales tecnologías.
En este sentido, a esta capacidad y al proceso de su enseñanza es lo que se denomina
“alfabetización digital”.
Pero ¿a qué llamamos con precisión “alfabetización digital”? Para obtener
una respuesta precisa, conviene hacer una previa reflexión terminológica.
Con un sentido parecido aunque con matices diversos, se emplean expresiones
diferentes: “alfabetización informativa”, “alfabetización en tecnologías de la información
y la comunicación (TIC)”, “alfabetización en medios”, “alfabetización en redes”,
“educación en medios”, “educación en comunicación” y otros. Sería muy extenso discutir
aquí el significado de cada uno de estos términos. Por eso nos centraremos sólo
en los aspectos esenciales.
El concepto más amplio de todos los empleados es, sin duda, el de “educación
en comunicación”. Se subraya en él, por un lado, una dimensión educativa y, por
otro, la comunicación.
Este último resulta ser un concepto muy amplio que puede referirse
a cualquier tipo de comunicación – mediada tecnológicamente o no – y que no implica
específicamente la singularidad de las tecnologías de nuestra época (las que podemos
designar con el nombre de TIC o tecnologías digitales).
Menos general es “educación en medios”. Mantiene la dimensión educativa que
ya estaba presente en la anterior definición, pero precisa más: se refiere, concretamente,
a los medios de comunicación, considerando dentro de ellos tanto los medios tradicionales
(prensa, radio, televisión, etc.) como los más recientes (Internet, móviles de segunda
y tercera generación, etc.).
En ambos casos, la mención que se hace a una dimensión educativa es muy general,
sin el matiz específico que encontraremos en otras expresiones que, como veremos
a continuación, sí incluyen el concepto “alfabetización”.
El término “alfabetización digital”, por su parte, pone énfasis en dos aspectos,
uno educativo y otro tecnológico. En el aspecto educativo, “alfabetización” es más
preciso y específico que la sola palabra “educación”: utiliza – entendemos que de
un modo metafórico - la referencia al concepto de “alfabetización” (lecto-escritura),
señalando así tanto la importancia del proceso de aprendizaje de lo digital – tan
importante como la alfabetización clásica - como su carácter de lenguaje: se trata
de aprender habilidades relacionadas con el dominio de un determinado lenguaje.
“Digital”, por su parte, nos acerca al núcleo básico de las TIC: su carácter informático
y binario. Así pues, en resumen, “Alfabetización digital” es una expresión que sugiere
que las capacidades que se requieren para el uso de las nuevas tecnologías son semejantes,
en algún aspecto, a las que se requieren en la lectura y la escritura. Al mismo tiempo,
destaca con rotundidad la importancia que concede a los nuevos desarrollos de TIC
(dejando, tal vez, en segundo plano los medios de comunicación clásicos).
Ambas cuestiones, sin embargo, presentan algunos problemas. La comparación
entre el proceso de alfabetización de lecto-escritura y el de alfabetización tecnológica
se halla apenas intuida en el concepto, y su aceptación precisa requiere mucha más
profundidad y análisis.
Pese a su especificidad y validez general cabe hacer una reserva al concepto
de alfabetización digital y es que no presta, tal vez, la atención adecuada al hecho
de que en la actualidad las TIC dominantes en el panorama social no son sólo de
naturaleza digital. Es evidente que en la sociedad de la información la vida cotidiana
no está sólo ocupada por las tecnologías informáticas ya que los medios clásicos,
especialmente la televisión, siguen teniendo una importancia crucial.
Es cierto que se han intentado usar términos alternativos: “alfabetización
informática”, “alfabetización mediática”, etc. Pero todos ellos, sin dejar de presentar
problemas parecidos a los que hemos comentado a propósito de las expresiones más
usuales, no han logrado la extensión de los precedentes.
Elegir, pues, una terminología u otra significa, sin duda, señalar y poner
énfasis en alguno de los componentes del proceso que se intenta describir con el
riesgo consiguiente de colocar otros en segundo plano. Sin embargo, una cosa es
cierta, casi ninguno de los términos que podemos elegir podrá revelar por sí mismo
la complejidad y la profundidad de los procesos que intentamos describir ni las
competencias necesarias para actuar en la sociedad del conocimiento. En este sentido,
la utilización preferente de un término no dejará de tener siempre un cierto carácter
convencional y estratégico.
Por tanto, parece útil salir de las cuestiones terminológicas para entrar
en la cuestión central. Si se aspira a adquirir una visión completa del fenómeno
que se quiere describir, lo necesario y provechoso sería intentar contar con un
modelo conceptual amplio que explicite las competencias y saberes necesarios en
la sociedad del conocimiento.
Este modelo permitirá avanzar en una comprensión más profunda
de lo que es la alfabetización digital, de la educación en medios y del proceso
complejo que quieren describir expresiones parecidas.
Extraído de
Comprender la alfabetización digitalJosé Manuel Pérez Tornero
Gabinete de Comunicación y Educación
Universidad Autónoma de Barcelona