Berta Daza y Laura Vega conciben que un ambiente de aula
constructivo es aquel en el que alumnos y profesores reconocen y aprecian las
características propias a cada uno, favorecen su desarrollo y autonomía, se
tratan con respeto, sienten que se atiende a sus necesidades e intereses,
construyen y respetan las normas, manejan de manera constructiva los
conflictos, expresan sus emociones, se comunican de manera abierta y efectiva y
cooperan mutuamente para el logro de sus metas. Los planteamientos anteriores
se basan en el concepto de paz no solo como la ausencia, o al menos la
ocurrencia mínima, de agresión física, verbal o psicológica, sino también la
búsqueda activa del bienestar de los demás tanto como el propio. Esto se
traduce en la generación de actitudes constructivas. En un ambiente de aula
constructivo los estudiantes no solo comprenden la importancia de escuchar y
prestar atención a los demás, también necesitan ponerlo en práctica para lograr
mantener dicho ambiente. Esto no implica la ausencia de conflicto, los
conflictos son naturales y propician que las relaciones interpersonales se
profundicen, lo que se espera es que se entienda que el maltrato no se
justifica para su manejo.
Lograr un ambiente seguro y apto para el aprendizaje es un
empeño diario. Diversos autores han hecho propuestas conceptuales y
metodológicas que llevadas al aula de forma integrada en las dinámicas de clase
pueden contribuir en la generación de ambientes de aula constructivos. Algunas
muy concretas pueden servir de ejemplo.
Daza y Vega, señalan las relaciones de cuidado. El cuidado
es una característica de la relación entre las personas y se refiere al interés
auténtico por el bienestar de cada parte de la relación. Con el fin
de establecer relaciones de cuidado, se requiere estar muy atentos a las
necesidades e intereses del otro y responder a esas necesidades. En un aula de
clase no solo se espera que el maestro permanezca atento al bienestar de los
estudiantes, sino que los mismos estudiantes busquen contribuir al bienestar de
sus compañeros y del docente. Algo muy importante en las relaciones de cuidado
dentro del aula es desarrollar un sentido de comunidad y de pertenencia, a lo
cual puede contribuir:
ü
Crear espacios para que los estudiantes se
conozcan.
ü
Dar oportunidad a todos de colaborar con
actividades de la
clase. Definir , algunas veces, metas del grupo en lugar de
metas individuales.
ü
Crear espacios para analizar situaciones de
conflicto que se presentan en el aula, alternativas de manejo constructivo y
consecuencias de la implementación de dichas alternativas.
Nelsen y Lott proponen la disciplina positiva, con la cual
se trata de crear un ambiente en el que los profesores, en lugar de castigar,
buscan entender las motivaciones que hay detrás del comportamiento de los
estudiantes, para encontrar soluciones, lo cual les permite involucrarse en la
solución de sus problemas. Todo esto se fundamenta en la intención de dar ánimo
y apoyo. La disciplina positiva, a su vez, propone diferentes estrategias de
trabajo en el aula, dentro de las cuales se destacan las reuniones de clase, el
fortalecimiento de las habilidades de comunicación, la búsqueda de solución a
los problemas de manera conjunta (en vez de la aplicación de castigos) y la
solución eficaz de los problemas. En las reuniones de clase se pueden conjugar varias
de esas estrategias; son un espacio formal, dentro del desarrollo regular de
las clases, en donde el grupo, docente y estudiantes, resuelve diferentes
situaciones que son importantes para todos. Los temas que se discuten son
escogidos por estudiantes y profesores; puede destinarse un cuaderno al que
todos tengan acceso, en donde se anoten las preocupaciones que se quieren
hablar en la próxima reunión de clase.
De acuerdo con Nelsen y Lott es ideal lograr algunos
elementos claves para que las reuniones de clase sean productivas, por ejemplo:
a) deben realizarse regularmente;
b) organizar las sillas en círculo;
c) centrarse en la búsqueda de soluciones y no en la
búsqueda de culpables;
d) rotar un objeto durante la discusión, la persona que
tiene el objeto tiene el turno para hablar y, si no lo desea, puede pasar
nuevamente el objeto sin decir nada;
e) centrar la responsabilidad en los estudiantes, y
f) tener paciencia mientras el docente y los estudiantes se
familiarizan con la dinámica de las reuniones de clase (en ocasiones esto puede
tomar varios días).
Las anteriores posibilidades tienen relación directa con la
creación de comunidad, como lo exponen McMillan y Chavis: en las comunidades
los miembros se sienten cómodos y seguros participando, se conocen entre ellos,
reconocen y aprovechan las diferencias, saben que sus opiniones se oyen y
respetan, siendo también necesario que respeten y escuchen a los demás; en una
comunidad existen principios aceptados por todos y reglas cuya aplicación hace posible
que la comunidad se mantenga saludable.
Extraído de
Sentimientos y actitudes en la escuelaGloria I. Rodríguez
En
EDUCACIÓN, VALORES Y CIUDADANÍA
Bernardo Toro y Alicia Tallone
Coordinadores
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