Y dijeron los Progenitores: -¿Sólo silencio e
inmovilidad habrá bajo los árboles y los bejucos? Conviene que en lo sucesivo
haya quien los guarde.
Popol Vuh
Se educa a partir de
la cosmovisión que se posee, no sólo de un propósito educativo, la moral y los
valores de la sociedad, o la interpretación de un enfoque y contenido curricular.
Alentar a un alumno a hacer determinadas cosas o desalentarlo a realizar otras
es un ejemplo claro de cómo la cosmovisión guía también a quienes educamos; en
mi cultura, un padre diría a su hijo ante su intención de ser músico, “podrías estudiar algo que valga la pena”,
mientras que en otra cultura, como la del pueblo quechua, la expresión de
sentimientos e interés por la música entre sus miembros se valora de forma
distinta.
Cuestionar a los
alumnos es algo que comúnmente hace un educador, pero pocas veces se cuestiona a
sí mismo la intención que guía sus acciones, por ende resulta trascendente
reflexionar respecto de la cosmovisión de quien educa y del individuo que se
educa, lo cual no es un asunto ocioso si se advierte que en contextos
multiculturales y multilingües el choque entre cosmovisiones distintas, o
incluso el intento invasivo y arrogante de imponer la cosmovisión del educador,
es precisamente lo que se requiere evitar.
Si la cosmovisión es
la estructura de creencias sobre la que se toman decisiones, se orientan las acciones
y se explica lo que ocurre, el sentido de reconocer la cosmovisión del educador
es advertir cuál es la concepción que tiene de educar. En la cosmovisión maya,
por ejemplo, “se aprende la dignidad y la libertad espiritual; se educa con la
vivencia, se enseña y se aprende a través del comportamiento; alrededor del
fuego ceremonial desaparece la individualidad, emerge lo trascendente como
nueva oportunidad para el desarrollo y expansión de la conciencia”.
Un educador como
miembro de una cultura posee una concepción particular de enseñar y aprender;
sin embargo, ¿tiene consciencia de las creencias que se tienen respecto del
acto educativo?, ¿de sus concepciones respecto de lo que enseña, a partir de su
cultura y la de los otros, a quienes enseña?
Ambas reflexiones son
necesarias para educar. El ejercicio de introspección del educador debe
llevarlo a reconocer que la inconsistencia entre las creencias de una persona y
las situaciones que enfrenta generan conflicto; por ello, dicho conflicto ocurre
también cuando quien enseña, o lo que se enseña, es inconsistente con la
estructura de creencias para comprender el mundo.
Se requiere identificar
lo que se considera importante enseñar y cómo se hace; un ejercicio interesante
para que el educador identifique su sistema de creencias es reflexionar respecto
de las frases que expresa en su discurso educativo, y con las cuales se tiene
un nexo particular, una identificación plena y la empatía con los sentimientos
y las emociones que le evoca.
Finalmente, será
importante hacer prolifera la investigación respecto a las concepciones que los
educadores tienen de lo que enseñan; sobre todo en contextos multiculturales y
multilingües. No basta con la transmisión de una política educativa, porque incluso
la interpretación los docentes la harán desde su sistema de creencias.
Extraído de
Perspectiva y sentido
de vidaCosmovisión y educación
Angélica Irene Hernández González
En
Alas para la equidad. Órgano informativo del Consejo Nacional de Fomento Educativo,
Año 4, No. 38, marzo-abril, 2012
1 comentario:
La cosmovisión individual pesa en el momento de enseñar,la cosmovisión colectiva y social debe ser "moldeada" en los institutos de formación docente. Pero aun asi,se presentas cada dia y todos los días desafíos nuevos que deben ser abordados desde miradas nuevas. Creo que este punto es muchas veces olvidado o pasado "por encima" sin el análisis que se merece. Lo considero fundamental, pues es el docente el encargado de darle "vida" a toda propuesta didáctica, pedagógica o educativa.
Publicar un comentario