“Hay que pensar una ingeniería institucional que permita que los
profesores concentren las horas en menos escuelas y en menos cursos, como para
que puedan tener un seguimiento más personalizado y compartir su trabajo con
otros profesores. Hoy muchos chicos pasan de una escuela muy personalizada y
muy contenedora, como la primaria, a una que es tierra de nadie, donde cada
docente es responsable de dos, tres, cuatro horas por semana pero nadie es
responsable del curso. Entonces cobra importancia el rol de un tutor. Si le
sumamos la capacitación de docentes y la apertura de la escuela los sábados,
para que los chicos puedan hacer talleres –de música, escritura, cine,
fotografía, artes visuales–, los alumnos van a sentirse más acogidos. Es importante
que las escuelas medias tengan un gabinete donde se discutan las problemáticas
del aprendizaje, y también otro tipo de cuestiones que los chicos llevan a la
escuela: el cigarrillo, la droga, la orientación vocacional, la identidad
sexual. Muchos de esos temas no se hablan siquiera en la familia, y si la
escuela no genera un espacio, no se conversan en ningún lado. La
personalización es un tema fundamental. Los procesos de aprendizaje son únicos
en cada chico.» (Daniel Filmus)
«Me indigna cuando contraponen la escuela que da de comer y la escuela
que enseña. La escuela tiene que dar de comer y enseñar: ambas cosas. Estoy de
acuerdo en que de ningún modo un maestro tiene que dar de comer, porque no es
su función. Por eso sostengo que la escuela ya no es un monopolio docente; hoy
es una tarea interdisciplinaria. No concibo una escuela que no tenga
sociólogos, psicólogos, trabajadores sociales. Porque lo que pasa en la casa,
también pasa en la escuela.
A una familia, la secundaria también tiene que recibirla;
pero no sólo para que el adulto colabore, sino también para que encuentre un
lugar. Por eso los secundarios tienen que estar abiertos de lunes a lunes; no
pueden decir: “hasta mi puerta soy responsable y fuera de mi puerta ya no lo
soy”. Para eso hay que corregir esa modalidad de docente que da clase y se va y
no se compromete con la
escuela. Hoy el alumno es un número. El chico requiere que lo
comprendan, que entiendan su lenguaje. También es verdad que hay docentes que
cuando un chico falta van a la casa a averiguar qué pasó, si está enfermo, si
se fue a trabajar, si está preso, si lo mataron... Es necesario trabajar sobre
todos los chicos y eso significa trabajar sobre cada uno. Todo eso implica un
cambio de actitudes; no es fácil lograrlo en una persona que viene con una
trayectoria, una tradición de enseñanza donde el docente es el dueño del aula;
donde puede ser autoritario y discriminador.» (Abraham Gak)
«La idea de conocer a los chicos, que como idea es productiva, ha
generado a veces un conocimiento al detalle de sus historias de vida que puede
volverse en su contra. En ocasiones, aparece cierto paternalismo que limita. A
partir de conocer las dificultades económicas de un chico puede surgir el
consejo de los docentes para que se pase a la escuela de adultos, para que no
concurra a la educación superior o para que no vaya a una escuela céntrica,
porque supuestamente es condenarlo al fracaso. Entonces hay que tener en
cuenta, para modificarlas, las prácticas estigmatizadoras, que están muy
extendidas. Por otro lado, se ponen “muletas”: más tutores, más acompañamiento,
más supervisión; pero lo que siempre está en la base es el diagnóstico del
déficit: los chicos no saben, no pueden, no traen. Estaría bueno que cuando se
piensan herramientas supletorias –como la escuela de verano, las clases de los
sábados, el apoyo escolar– no fueran sólo para los que tienen algún déficit,
sino que también puedan ir aquellos a los que les gusta mucho un determinado
campo, que tienen un talento para desarrollar.» (Myriam Southwell)
Extraído de
Investigar el secundarioCuaderno de discusión Nro 1
El Dilema del Secundario
UNIPE
Editorial Universitaria
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