jueves, 8 de noviembre de 2012

Docentes en la escuela secundaria

Se dice que los docentes secundarios tenemos que desenvolvernos en un ámbito de alta conflictividad, y entiendo que esto debe interpretarse como lugares donde el estrés es un mal endémico. Resulta extremadamente complicado cambiar la tradicional “función selectiva” del secundario, por otra “Inclusiva”, en un ambiente social que hace que el docente sea el único responsable de los aprendizajes de los alumnos y además devalúa la tarea del enseñante.

¿Cómo debe actuar el docente? Mucho es lo que puede reflexionar, pero ante todo debe verse a si mismo, como integrante de un cuerpo colegialido, y como un profesional capaz de investigar su entorno. Las siguientes opiniones, formuladas en el ámbito argentino hacen su aporte a la discusión.




«La docencia en el secundario, en general, hoy es una segunda opción laboral. La mayoría de los profesores está formada en la universidad, muy pocos provienen de institutos de docencia. Esto tiene mucho que ver con lo que pasa en el mercado laboral. Por ejemplo, cuando llegamos a los puntos más altos de desocupación, muchos profesionales volvieron a las escuelas, porque si bien no ganaban allí un salario de lujo, se aseguraban un sueldo y una cobertura social. Ahora, apenas empezó a moverse de nuevo el mercado laboral, se fueron del sistema educativo. Si bien el salario docente de hoy podría competir con muchos sueldos de sectores públicos y privados, hay que estar dentro de una escuela secundaria, sobre todo si la matriz de la institución es conflictiva. Es un laburo muy exigente, donde es necesario poner mucho de lo personal, mucho compromiso. Te tiene que gustar la docencia y hay muchos profesores que están agobiados.» (María Rosa Almandoz)



«Hay un desencuentro entre el adolescente y el adulto. Uno dice que los chicos no tienen interés en nada, y los alumnos acusan al profesor de que no enseña nada. La autoridad no entiende el porqué de la transgresión y no acepta que es una forma lógica del funcionamiento adolescente. No entienden la subjetividad de los chicos y creen que el chico viene con la cabeza vacía, y que el docente, que lo sabe todo, la llena. Estos chicos hoy traen infinidad de conocimientos, y en determinadas técnicas son superiores a las que tiene el profesor. Hay docentes que se escandalizan por palabras, por gestos, por algunas acciones y el mecanismo que utilizan es la sanción. Una parejita se está besando, entonces ambos son sancionados. Antes, esas cosas no se exhibían, ahora sí. Pero he visto programas a las cuatro de la tarde que hasta a un adulto lo harían sonrojar. Entonces, el adulto termina exigiéndole al adolescente actitudes y acciones que él no cumple.» (Abraham Gak)



“La mirada de los docentes está puesta más en cuestiones del disciplinamiento, en el desafío a la autoridad, que en la enseñanza.” (Southwell)



«Me parece que habrá un cambio fuerte en el lugar del docente. Va a dejar de ser un transmisor para ser alguien que facilita la búsqueda de información. Hoy el docente está más preocupado por la disciplina que por la enseñanza, posiblemente por una desvalorización de lo que enseña: ¿qué valor tiene lo que transmite si no tiene nada que ver con la cultura del chico? Las investigaciones muestran cierta ruptura del vinculo docente-alumno. En las escuelas de reingreso hicimos una investigación; les preguntábamos a los chicos porque asistían, y ellos decían: “Acá, si no entiendo, me vuelven a explicar por tercera, cuarta vez. En las otras escuelas no pasaba; si no entendía, me embromaba”. Y cuando hablábamos con los docentes, parecía que habían recuperado cierta mística de la enseñanza. Como asociaban su tarea a la militancia, rescataban su función de enseñar a chicos vulnerables, ayudar, en algunos casos civilizar, acompañar. Hoy no alcanza con pensar en mejorar las condiciones laborales de los docentes –y hay que mejorarlas–; tampoco alcanza con decir que los docentes tienen que saber más de su disciplina o mejores métodos, sino que hay que recuperar el valor del esfuerzo de enseñar, que se ha ido perdiendo. ¿Por qué falta el docente al trabajo? Por que está insatisfecho, harto, porque no logra engancharse con él.» (Guillermina Tiramonti)



«El cambio de la secundaria se va a lograr con mucha paciencia y mucho tiempo. Podés cambiar rápidamente los papeles, los documentos, los contenidos, pero la práctica tiene que ver con culturas institucionales y de formación docente, y eso es mucho más complicado de modificar. Quien cree que porque está en el gobierno puede cambiar las cosas de un día para el otro, está equivocado. Yo puedo cambiar el plan de estudios, pero el docente enseña lo que sabe. Si cambio el plan y no los saberes del docente, va a cambiar lo que escribe en el libro de temas, pero no lo que enseña en el aula. O si no, pasará lo que ocurría al principio del constructivismo, que algunos querían enseñar lo que no sabían y terminaban no enseñando nada, ni lo tradicional ni lo moderno. Hoy tenemos docentes formados hace treinta años; si hacemos cambios en su formación, se van a notar recién, como mínimo, en una década. Estamos en un momento en el que ha habido una mejora del salario docente y esto le permite a la sociedad exigir más. Hay que cumplir el estatuto docente, que dice que todos los años los directivos de las escuelas califican a los profesores. Sucede que no tenemos una cultura de la evaluación, que fue pensada para evitar que el docente se anquilose, que por tener estabilidad nunca vaya a dar clase. Yo defiendo la idea de un docente profesional, no un técnico. El técnico aplica una tecnología, el profesional crea saber, tiene que investigar. Si hay un docente que en diez aulas distintas repite la misma lección, no importa qué chicos sean, estoy frente a un técnico. Hay que volver a profesionalizarlo, tengo que pagarle como un profesional y sus responsabilidades comenzarán a ser distintas. Si mejora las condiciones de trabajo, la capacitación, si se jerarquiza socialmente, la sociedad podrá exigirle más y evaluarlo.» (Daniel Filmus)



«Me resulta preocupante que cuando debatís con docentes sobre cuáles son los problemas de la escuela, lo que aparece es que los chicos van con celular, que usan gorras en la clase, que las familias demandan mucho, pero se habla muy poco de que no les gusta leer a Cortázar o que en biología hay que modernizar la aparatología. La mirada está más puesta en cuestiones del disciplinamiento, en el desafío a la autoridad, que en la enseñanza.» (Myriam Southwell)



«Habría que mirar una dimensión poco discutida que es la que se refiere a los mecanismos de formación docente para la escuela media. ¿Qué incluye su currículum formativo que les permita hacer frente a este desafío? Todos hemos conocido profesores innovadores, pero hay que reconocer que lo son a pesar de su formación. El problema educativo está lejos de ser sólo presupuestario, así como en un mercado de trabajo con alta informalidad es difícil penar por las “condiciones laborales precarias de los profesores”, cuando terminan siendo uno de los sectores más protegidos en relación con otras inserciones laborales. Creo que la pregunta central es cómo se transmite a los profesores la convicción de la centralidad del saber como herramienta para el acceso a la ciudadanía y al bienestar. Si ellos no están convencidos de esto, difícilmente puedan transmitirlo y mejorar el nivel.» (María del Carmen Feijoó)









Extraído de
Investigar el secundario
Cuaderno de discusión Nro 1
El Dilema del Secundario
UNIPE
Editorial Universitaria

 

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