La asistencia y la puntualidad suelen ser, en los
reglamentos de las escuelas analizados, normas bien específicas; se describen
en detalle los horarios de ingreso y salida tanto de la jornada escolar como de
otras actividades (educación física, materias especiales, talleres,
excursiones). Así también, se puntualiza la tolerancia aceptada de impuntualidad
y se detallan las inasistencias previstas para aquellas situaciones y la cantidad
de inasistencias posibles a lo largo del año. Estas normas tienen un correlato
mucho más claro con la sanción que el resto de las reglas: ante una ausencia corresponde
una inasistencia, ante determinado número de impuntualidades, determinada
cantidad de inasistencias.
También
encontramos que, como sucede con la regulación de la apariencia, se
corresponde, en muchos casos, con el disciplinamiento de una determinada pauta
moral civilizadora (la regulación de la imagen/ la apariencia de los
estudiantes). La enseñanza del cumplimiento de la asistencia y la puntualidad suele
justificarse en muchas ocasiones por la enseñanza de un hábito necesario y
requerido para la futura inserción en el mercado laboral. Esta situación
atraviesa a distintos tipos de escuelas a las que concurren distintos sectores
sociales. Parece vislumbrarse aquí aquella búsqueda de formación para el
trabajo puesta en las instituciones educativas que, en este caso particular, no
se relacionaría con la transmisión de contenidos específicos o ciertas
habilidades sino más bien con la enseñanza de ciertas pautas requeridas en el
espacio laboral, como es el caso de la puntualidad.
Entonces, el
respeto de los horarios se suele inscribir tanto en el aprendizaje de un
hábito, como en la enseñanza de una determinada responsabilidad, pero también,
hallamos dos colegios (uno de la provincia de Neuquén, de gestión privada que
atienden a sectores socioeconómicos medios y altos y otro de provincia de
Buenos Aires de gestión pública y que atiende sectores medios) en los que se
propone un horario más libre, menos controlado, donde el ingreso y la salida de
la escuela es manejado de manera autónoma por los estudiantes pudiendo
contabilizar las ausencias por materia.
En estas instituciones pudimos observar una circulación de
los alumnos por el espacio escolar bastante independiente; los estudiantes de
los últimos años pueden entrar y salir de la escuela durante los recreos y las
horas libres, situación que requiere el aprendizaje de la administración de los
tiempos y un manejo de los espacios mucho más autónomo. Esta transmisión que se
estaría efectuando entraría en consonancia con la preparación para habitar los
cambios producidos en la sociedad analizados por el filósofo Pekka Himanen, en
su trabajo “La ética del hacker” que indaga acerca de las transformaciones
etico - políticas que se estarían produciendo en la organización del trabajo,
donde este perdería su centralidad como organizador de la vida y cobrarían más
importancia valores como la creatividad, el placer, los gustos personales (Himanen,
2002). Así, en estas dos instituciones puntuales comienzan a plantearse ciertos
movimientos en la organización de los tiempos propios (regidos más
autónomamente y en función de ciertas necesidades personales), en las
elecciones de las materias o de ciertos recorridos a lo largo de la
escolaridad.
Extraído de
¿Qué se regula hoy en las escuelas?Una mirada sobre las prescripciones de los reglamentos de convivencia
LUCÍA LITICHEVER
Área de Educación, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
Sede Argentina
En Revista Iberoamericana de Educación n.º 59/1 – 15/05/12
Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI-CAEU)
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