Los efectos del tabaquismo se sienten en todas partes, ahora se lo reconoce como una drogadicción, y tal vez la más peligrosa ¿Debe ser tema de una materia? ¿O un contenido transversal, que preocupe a la totalidad de la comunidad educativa? ¡El imperativo es la prevención de la adicción!
Podemos afirmar que el consumo de tabaco es la primera causa
de muerte prematura, y evitable en las sociedades industrializadas, el
principal problema de salud pública susceptible de prevención. Según algunas
estadísticas, provoca el 20% de la mortalidad total. Datos correspondientes a
1996 señalan que se registraron 600 millones de casos en todo el mundo con
patologías de este tipo que dieron lugar a 2.800.000 muertes.
La OMS cifra unos 1.100 millones de personas fumadoras en el
mundo y que tres millones y medio mueren anualmente por causas relacionadas con
el tabaco (aproximadamente 10.000 al día); más de la mitad tienen lugar en los
países industrializados (más de medio millón se producen en Europa). Las
dolencias relacionadas con el tabaco serán la primera causa de muerte en los
países en desarrollo en los próximos veinte años. Hacia el 2.020 el número de
fallecimientos llegará a los 10 millones por año, de los que el 70% se
producirán en los países en desarrollo (la fuerte penetración de la publicidad
de las tabacaleras y los grandes ingresos que supone para las economías pobres
-a través de los impuestos- ayudarán a ampliar estos efectos). En ese momento,
producirá más muertes que la suma de las producidas por SIDA, tuberculosis,
mortalidad prenatal, suicidios, homicidios, incendios, drogas ilegales y
accidentes de circulación. Concretando más, el Informe Sobre la Salud en el
Mundo 1999, realizado por la OMS, dice que de los 6.000 millones de habitantes
en el mundo, casi 500 millones morirían a causa del tabaco si se mantienen las
actuales pautas de consumo. Hasta el 2.024, morirán prematuramente a causa del
tabaco unos 146 millones de personas, y desde el 2.025 al 2.050, otros 300
millones.
Según el Comité de Oncólogos de la Comunidad Europea,
una de cada tres muertes prematuras entre los 35 y 65 años tienen su causa en
el consumo de tabaco. Otro dato significativo podemos encontrarlo en el Tobacco
Alert, uno de los Boletines de la OMS: cada tres segundos muere una persona por
causa del tabaco. El 90% de las muertes por cáncer de pulmón, el 75% por
bronquitis crónica, el 25% de las causadas por problemas y enfermedades del
corazón. No obstante, hoy en día se producen más muertes por enfermedades
vasculares y coronarias que por cáncer de pulmón. El tumor pulmonar es la
enfermedad oncológica más usual en los hombres, con un porcentaje aproximado
del 20%, y el segundo en el caso de las mujeres (con un 18%), sólo superado por
el cáncer de mama.
La mortalidad coronaria entre los fumadores es un 70%
superior a la de los no fumadores, y un año después de dejar de fumar, el
riesgo de mortalidad coronaria disminuye un 50%. Puede afirmarse que los
fumadores tienen una tasa de mortalidad global (y coronaria) de casi el doble
que los no fumadores. El riesgo de padecer ciertas enfermedades, la disminución
de la esperanza de vida, etc. son otros efectos en los fumadores. También se
estudia su impacto biológico en la fertilidad y, según recientes estudios,
fumar -sobre todo si son más de diez cigarrillos al día- provoca elevados
riesgos para el embarazo o para el niño de corta edad, entre ellos, la mayor
probabilidad de que:
- el embrión se implante en un lugar distinto de la cavidad
uterina;
- aborto espontáneo durante los primeros meses;
- la placenta resulte previa (colocada más abajo);
- gestosis;
- parto antes de tiempo;
- el recién nacido pese menos de lo normal (200-300 grs.),
menor longitud (2-3 cms.) y circunferencia craneal inferior a la media (1 cm.
aproximadamente).
En este sentido, Ponce, Muriel y Gómez de Terreros dicen que
«el consumo de tabaco es probablemente el
fenómeno más preocupante con relación a los hábitos nocivos para la madre y el
niño». Un informe publicado recientemente en la Journal of the National
Cancer Institute, por el equipo dirigido por el profesor Stephen Hecht (con
investigadores de las Universidades Heinrich Heine de Dusseldorf y de
Minnesota), señala que se ha encontrado un agente cancerígeno derivado químico
de la nicotina en la primera muestra de orina de 22 hijos de un total de 31
recién nacidos de madres fumadoras (transmitido por éstas a los menores a
través de la placenta). Además, los hijos de fumadoras están más expuestos a
las alergias y, una vez nacido, el pequeño expuesto al humo corre un riesgo
cuatro veces superior de coger infecciones bacterianas o víricas debido a la
mayor irritación de las vías respiratorias altas y menor actividad de su
sistema inmunitario.
En los últimos años, ha descendido su consumo entre los
hombres y aumentado en las mujeres. Pronto serán visibles sus consecuencias
(según diversos estudios, los pulmones de las mujeres son más sensibles a los
efectos del tabaco debido a que los bronquios son más pequeños, tienen menor
capacidad y mayor facilidad para obstruirse). Se han incrementado los
ex-fumadores y son menos los grandes fumadores. El tabaco afecta a todos, al
fumador activo y al fumador pasivo. Los males de los fumadores son competencia
de todos, y no sólo de aquéllos. Costear los gastos sanitarios, las bajas
laborales (los fumadores presentan mayores índices de absentismo en el trabajo
y se registran más bajas laborales definitivas a edades más tempranas)
corresponde al conjunto de la sociedad. Y
se empieza a fumar muy pronto. El primero de los diez puntos para un programa
de control del tabaquismo de la OMS con motivo del Día Mundial Sin Tabaco dice:
Protección para que los niños no se conviertan en adictos al tabaco.
Queda claro que, por lo tanto, el tabaco es un producto
nocivo y activo, que crea una adicción física y psíquica. Si bien la mitad de
los fumadores manifiestan que quieren dejar este hábito, sólo el 5% lo hace
espontáneamente y otro 10% lo consigue después de recibir consejo médico o por
otro mecanismo similar. «El tabaquismo es
la principal causa prevenible de enfermedad y muerte en las sociedades
desarrolladas. El tabaco es el agente medioambiental más importante causante de
patología humana, no sólo a los fumadores, sino también a quienes involuntariamente
respiran el humo en ambientes cerrados. Nos encontramos ante una auténtica
pandemia mundial de enorme magnitud y ante uno de los problemas más graves en
Salud Pública de nuestro entorno; estamos ante un fenómeno evidente de
drogadicción, tal como lo definió la OMS en 1979».
El abordaje preventivo, a nivel general o poblacional, se
basa en ofrecer una correcta información sobre el tabaco y sus consecuencias,
programas de educación para la salud, medidas y disposiciones legislativas al
efecto, potenciar el papel modélico de los profesionales, educadores,
políticos... Su consumo está determinado por la disponibilidad, la legalidad y
el precio. Otras medidas pasarían por aumentar los precios, restringir su uso y
venta, suprimir la publicidad, etc. Los programas de terapia individual para
eliminar el hábito deberían encuadrarse en programas antitabaco destinados a la
población en general para una mayor eficiencia y eficacia. Un estudio editado
por la OMS, que evalúa distintas experiencias y actividades de lucha contra el
tabaco, destaca el recurso de los medios de comunicación, la educación en las
escuelas, la intervención comunitaria, la participación de los agentes
implicados como educadores... La OMS (1979) señaló las metas que debían
marcarse desde una acción comunitaria:
- Reducir al máximo el número de jóvenes que empiezan a
fumar, así como retrasar todo lo posible su iniciación.
- Reducir el número de fumadores, con la orientación y apoyo
necesario para que lo dejen.
- Procurar que los que no puedan dejar este hábito
disminuyan la inhalación de sustancias nocivas del tabaco.
- Proteger los derechos de los no fumadores.
- Crear un ambiente social negativo ante su consumo.
Hoy en día, estos objetivos se mantienen. Entre los aspectos
prioritarios para las políticas de prevención en España, según el Comité
Nacional de Prevención del Tabaquismo, destacan:
- Dispositivos de ayuda para los que deseen dejarlo.
- Revisión de la política fiscal para reducir el acceso.
- Regulación de la publicidad y otras formas de promoción.
- Regulación de la venta, especialmente a menores de 18
años.
- Regulación del contenido de los cigarrillos.
- Más información al consumidor de los productos.
Ampliación real de los espacios públicos cerrados sin humo.
Como complemento de lo anterior, podemos citar algunas
«ideas de partída» para un Programa de Prevención de Tabaco (Ortega y
Camacho,1993:15):
- Está demostrado científicamente que es nocivo para la
salud.
- El tabaquismo es un grave problema social, tanto por su
extensión entre la población como por el deterioro de salud que supone.
- Al ser un gran problema de salud, debe contemplarse como
tema de atención prioritario desde los estamentos sociales: sanitarios,
educativos, políticos...
- Existe un factor de riesgo muy importante de cara a la
introducción del individuo al consumo de esta droga, al estar incorporada a la
vida cotidiana y a las costumbres sociales.
- Un gran porcentaje de fumadores inicia el hábito en edad
escolar o en la adolescencia.
- Por ello, y desde una actitud de prevención, la escuela no
debe permanecer al margen, sino que debe desarrollar programas de Educación
para la Salud que capaciten al alumnado para la toma de decisiones conscientes
y críticas y «aprenda a saber decir No».
Si numerosos estudios señalan que una gran mayoría de los
fumadores declara que les gustaría dejarlo, pero no lo pueden hacer, la
solución estaría en no probarlo (valga como ejemplo que en España más de un 60%
de los fumadores han intentado dejarlo al menos una vez y distintos estudios
señalan que una vez iniciada la conducta de fumar, resulta adictiva para el
95%). Además, cada vez se entra en contacto más temprano con el tabaco,
principalmente en la adolescencia (en España, cerca de la mitad de los jóvenes lo
han probado antes de los 16 años y el 26,4% de los que tienen entre 15 y 18
años fuman regularmente).
La
última Encuesta sobre Drogas a la Población Escolar
2000 del Plan Nacional sobre Drogas, presentada en julio de 2001 y con datos de
20.450 encuestas pasadas en noviembre de 2000, recoge que el 34,4% de los
escolares españoles de entre 14 y 18 años lo han probado, siendo la droga que
se empieza a consumir a una edad más temprana, a los 13,2 años, seguida por el
alcohol a los 13,6 y el cannabis a los 14,8. Después de tres años de descender
la edad de inicio, en el 2000 se estabilizó para esas tres sustancias (sí
disminuye en las demás, como alucinógenos, anfetaminas, éxtasis o cocaína,
aunque el primer contacto es todavía más tardío). Según la Encuesta, el
30,5% había fumado en el último mes y un 5% era ya
ex-fumador. Las chicas consumen con mayor frecuencia tabaco (34%-24%),
tranquilizantes y alcohol que los varones, aunque en menores cantidades. Casi
la mitad consume entre uno y cinco cigarrillos al día. Considerando que casi la
totalidad de niños y jóvenes están escolarizados obligatoriamente hasta los 16
años, no puede ponerse en duda que los centros educativos son el lugar idóneo
para plantear temas de educación para la salud en relación con el tabaco.
Extraído de
El tabaco como reto educativo. Una revisión desde una
perspectiva sociopedagógica
Juan Agustín Morón Marchena
Universidad de Sevilla
1 comentario:
Desde su eje transversal, la escuela debe informar sobre el carácter nocivo de esta droga.
El problema es que el profesorado no siempre está "limpio" y no deja de ser una imagen paradójica que una persona fumadora instruya sobre hábitos saludables.
Saludos
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