Las nuevas
tecnologías informáticas han cambiado bruscamente nuestra forma de
relacionarnos, y el acceso a la información y el conocimiento ¿Significa esto
que harán desaparecerán las escuelas? ¿Son la solución de todos los problemas?.
Más allá de todas
estas discusiones, es evidente la necesidad de agregar una nueva dimensión a la
Educación, la tecnológica, y considerar cuáles son las actividades rutinarias
que ya no son necesarias, para dedicar nuestros esfuerzos a otras más
complejas. Los párrafos que siguen, arrojan luz sobre el tema.
El problema de las nuevas tecnologías de la
comunicación es, sin duda, una de las cuestiones contemporáneas que más
preocupan a todos los interesados en el desarrollo de la educación. Las
consecuencias educativas del desarrollo de la informática y de su utilización
es objeto actualmente de un intenso debate que incluye diferentes dimensiones, tanto
pedagógicas como políticas, económicas y culturales. Con respecto a las
consecuencias sobre el propio proceso de aprendizaje, y a pesar de la intensa
pasión que ponen tanto los militantes del uso de las nuevas tecnologías como
sus oponentes, el estado actual del debate no permite formular conclusiones
categóricas. Las hipótesis catastrofistas que prevén la desaparición de la
escuela y de los maestros, así como las ilusiones tecnocráticas que consideran
a las nuevas tecnologías como la solución a todos los problemas, se han visto
desmentidas por la
realidad. La historia de la educación muestra, en todo caso,
que el desarrollo cognitivo y las competencias que se requieren para aprender
pueden desarrollarse a través de tecnologías menos costosas y menos
sofisticadas. Además, la función de la escuela no es exclusivamente el
desarrollo cognitivo sino la formación integral de la personalidad y - tal como
lo reconocen algunos de los propios productores de materiales educativos - la
tecnología no es capaz de colaborar en el desarrollo de todas las competencias
que se promueven en la
escuela. Su presencia, sin embargo, ya es un hecho en
múltiples aspectos de la vida social y no habría razones para que no lo sean en
la educación. En
este sentido, el problema que presenta la existencia de estas nuevas
tecnologías es que su desarrollo produce un fenómeno de acumulación de
conocimientos en los circuitos creados por ellas. Lo que no exista en esos
circuitos tendrá una existencia precaria, como la tuvieron todas las
informaciones y saberes que no fueron incorporados al libro o al documento
escrito a partir de la expansión de la imprenta. Es este fenómeno, más que las
potencialidades de las nuevas tecnologías desde el punto de vista puramente
cognitivo, lo que determina la necesidad de incorporar adecuadamente la
dimensión tecnológica en las políticas educativas democráticas. No hacerlo
puede condenar a la marginalidad a todos los que queden fuera del dominio de
los códigos que permitan manejar estos instrumentos.
Pero la incorporación de las nuevas tecnologías en la
educación no supone necesariamente la aplicación y el desarrollo de estrategias
pedagógicas innovativas desde el punto de vista del proceso cognitivo. Existen
numerosos ejemplos, incluso en los países más avanzados, de utilización de las
nuevas tecnologías para reforzar funciones pedagógicas tradicionales. Las
tecnologías, tanto en educación como en cualquier otro ámbito, permiten
reemplazar el trabajo humano en actividades simples, liberando tiempo para que
las personas se ocupen de las tareas más complejas. En educación, como criterio
general, la introducción de nuevas tecnologías debería permitir liberar el
tiempo hoy ocupado en tareas administrativas o en tareas pedagógicas
tradicionales como transmitir o comunicar información, y permitir que sea
dedicado a construir conocimientos y vínculos sociales y personales más
profundos.
La introducción de estas nuevas tecnologías implica,
obviamente, un enorme y sistemático esfuerzo de capacitación del personal. Si
bien no existe una información confiable y exhaustiva sobre este tema, es
posible sostener que los déficits de disponibilidad de equipos y de formación
para su utilización son muy importantes. Las barreras son financieras, pero
también culturales y psicológicas. Desmistificar el secreto que rodea la
utilización de estas tecnologías así como diseñar políticas democráticas que
permitan un acceso equitativo a su conocimiento y utilización es una exigencia
impostergable de toda estrategia destinada a fortalecer el rol de los docentes.
Extraído de:
Profesionalización y Capacitación docenteJuan Carlos Tedesco
IIPE-BUENOS AIRES
SEDE REGIONAL DEL INSTITUTO INTERNACIONAL DE PLANEAMIENTO DE LA EDUCACIÓN
UNESCO
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